San Sebastián / Gijón, V. R.

Mientras Manuel Preciado ensayaba en el campo número 1 de la Escuela de Fútbol de Mareo, el equipo que se opondrá al Nàstic de Tarragona el próximo sábado, una noticia circulaba de boca en boca por las gradas: la Real Sociedad va a echar a Eizmendi y va a fichar al ex entrenador del Oviedo Juanma Lillo como entrenador. Apenas unas horas más tarde, el rumor se convertía en noticia y Juanma Lillo era presentado en San Sebastián como nuevo técnico «txuri urdin» hasta final de temporada.

Fue una decisión sorpresiva que se produce después de que Iñaki Badiola hubiese pedido «paciencia y confianza». Juanma Lillo sustituye en el cargo a José Ramón Eizmendi -otro hombre con pasado azul-, que seguirá en el club donostiarra y volverá a hacerse cargo del filial. Los dos técnicos y el presidente, Iñaki Badiola, que ya ha tenido tres entrenadores en apenas unos meses de gestión, comparecieron juntos.

La escuela de Menotti

Juanma Lillo es uno de los pocos supervivientes de una especie en extinción. La escuela menottista vivió su momento fuerte en los años noventa, cuando floreció toda una generación de técnicos que seguían los principios del «Flaco». Valdano, Ángel Cappa y Juanma Lillo, entre otros, lideraron un estilo de fútbol elegante sobre el césped y en su discurso.

Juan Manuel Lillo Díez (Tolosa, Guipúzcoa, 2-11-65) se dio a conocer en el mundo profesional por sus éxitos con el Salamanca, al que llevó de Segunda B a Primera entre los años 1993 y 1996. En la temporada siguiente lo fichó el Oviedo, pero fue destituido a falta de ocho jornadas, tras perder con el Racing de Santander en el Carlos Tartiere (2-5), justo un día después de que Benito Floro corriera la misma suerte en el Sporting.

Tras el Oviedo, Lillo, que siempre se mantuvo fiel a su discurso y a su idea de fútbol, dirigió a Tenerife, Zaragoza, Ciudad de Murcia y Dorados de Sinaloa en México (2004-05), su última experiencia en los banquillos.

Sin embargo, la figura de Juanma Lillo podía haber alcanzado una dimensión mucho más internacional en el año 2003, si Lluis Bassat le hubiese ganado a Joan Laporta las elecciones por la presidencia del F. C. Barcelona. El hombre de confianza de Bassat para la parcela deportiva era Pep Guardiola, quien haría las funciones de secretario técnico. Guardiola reconoció en su día que le hubiera confiado el banquillo a Juanma Lillo. Pero ganó Laporta.