Madrid, Efe

Roberto MORALES

El triunfo del Real Madrid en El Sardinero ante el Racing de Marcelino desató la celebración de todo el equipo. Fue el primer gesto de un grupo que se siente campeón, que inició una fiesta sobre el césped y que continuó en el vuelo de vuelta en «La Saeta».

Si la pasada temporada La Romareda pasó a la historia con un sufrido empate, gracias al gol de Van Nistelrooy que coincidió con el de Tamudo al Barcelona, esta campaña es El Sardinero el estadio donde la plantilla del Real Madrid se sintió campeona. En esta ocasión no hubo vuelta al ruedo de Ramón Calderón. El presidente controló sus nervios y la emoción en el palco, viviendo un triunfo que prácticamente pone fin a la lucha por el liderato.

Existía en la plantilla el convencimiento de que el duelo ante el Racing era el más complicado de los que le restan hasta el final de temporada, y el equipo afrontó la visita a El Sardinero como si de un partido en el Camp Nou o el Vicente Calderón se tratase.

La mentalidad y el carácter de los jugadores fue similar a una final. Tras dos meses en los que bajó el listón (en febrero y marzo perdió 5 de 9 partidos), y lo desaprovecharon sus perseguidores, el Real Madrid ha demostrado el carácter de un equipo que pasará a los anales ganando dos ligas de forma consecutiva, un hecho que no lograba desde hace 18 años.

A la solidez en casa mostrada hasta la recta final del campeonato -cuando cedió ante Getafe y Valencia en el Bernabeu-, el Real Madrid le ha añadido victorias en salidas clave. Esta temporada ha vencido en los campos más difíciles. Menos en Sevilla, se ha impuesto en estadios como el Camp Nou, el Calderón, Madrigal, Mestalla o San Mamés.

Con diez puntos de ventaja al Villarreal y once al Barcelona, el Madrid puede certificar matemáticamente el título el próximo domingo, con ocasión de la visita al Bernabeu del Athletic Club de Bilbao, o en su próxima salida a un campo siempre hostil como El Sadar pamplonica. Pero el morbo para el madridismo es celebrar el título ante el Barça, el eterno rival, el 7 de mayo, en el Bernabeu. A la cita es más que probable que llegue como campeón y reciba el pasillo de los azulgranas.

El ambiente en el vuelo de vuelta de Santander reflejaba la alegría que siente la plantilla. Los brasileños Marcelo, Robinho y Baptista pusieron la música y, aunque públicamente se mantienen las formas hasta que se certifique matemáticamente, todos celebraron un título que ya sienten. Todos menos Diarra, a quien le sentó mal la cena tras el partido y pasó el vuelo de vuelta indispuesto en el servicio.