Sinónimos como descrédito, ignominia o difamación no se ajustan a la realidad de una etiqueta que, aunque con una pátina de verdad, se convierte en el mascarón de proa de algunos brillantes currículos deportivos impregnados de éxitos fundidos en negro ante su repetido recuerdo. A Luis Arconada sólo bastó que el lanzamiento de Platini en la final ante Francia en el Europeo del 84 le hiciese un extraño artilugio al balón para llenar de típex su brillante historia; sus tres Zamoras, su actuación espectacular en el lanzamiento de penaltis que hicieron a «su» Real campeona de Copa en 1987, sus 551 partidos oficiales con el club donostiarra o sus 68 partidos internacionales. Como al bueno de Cardeñosa, magnificado en lo negativo por el fallo ante Brasil en el Mundial de Argentina 78. Y cómo no recordar al líbero Djukic, reinventor del juego defensivo como punto de partida, cuyo recuerdo tiñe de actualidad los lanzamientos de penalti desde que en el minuto final de la bajada del telón de la Liga 93/94 su fallo impidió que el Dépor fuese campeón de Liga. Y ahora, de nuevo, las etiquetas del recuerdo negativo se confeccionaron apuntando al buen portero del Getafe «Pato» Abbondanzieri, espadachín del resurgir getafista, destronado por un equívoco frente al Bayern en una eliminatoria histórica. Como su compadre Ustari en Stand By ante el regalo valencianista. La historia -puñetera- no lo justifica, pero sí lo recuerda en cada aparición «para no olvidar la referencia».