Avilés, Juan C. GALÁN

El fútbol comarcal pierde fuelle. Avilés disfruta estos días con la eclosión de disciplinas minoritarias como el rugby o el tenis de mesa. Además, otras modalidades más asentadas como el baloncesto -el ADBA rozó la fase de ascenso a la máxima categoría- o el balonmano inscriben el nombre de Avilés en los mejores escaparates deportivos nacionales. Sin embargo, el llamado «deporte rey» ni siquiera roza los niveles de competitividad del resto de especialidades.

El Marino de Luanco sigue firmando su milagro particular temporada tras temporada. Sin embargo, el caso de los azulones es la excepción que confirma la regla. El propio presidente, Luis Gallego, reconoce que la situación del club que rige es producto, principalmente, de la crisis que atraviesa el Real Avilés Industrial. No le falta razón. Cuanto más cerca del centro neurálgico de la comarca, peor es la situación. Los tres representantes de la zona en la Tercera División han firmado, en la presente, una de las peores campañas de su historia. Sólo el Navarro se libra del sonrojo. Los de Valliniello ocupan una posición, la 13.ª, acorde a la tradición y a las pretensiones del club: luchar por la Copa Federación. Sin embargo, en Tabiella aún esperan un intuido estirón pendiente que no acaba de llegar. La situación de los otros dos equipos comarcales es calamitosa. El Avilés está próximo a firmar la peor clasificación de sus 25 años de historia. La dinámica del equipo invita a sospechar que empeorará la 11.ª plaza actual. Para rematar, el Hispano ha caído a Preferente, tras demasiados años de equilibrios sobre el alambre.

Nunca se había dado una conjunción tan nefasta para el fútbol comarcal. Sin embargo, la negativa situación no es sólo deportiva. El fútbol es la locomotora del deporte comarcal. Todo se magnifica: el sentimiento de los aficionados, la atención de los medios. La luz que incide sobre el fútbol es mayor que la que lo hace sobre el resto de deportes. Ahí aparece la paradoja: los equipos comarcales no salen de la medianía en la cuarta categoría del fútbol español. El público, desarraigado. Las arcas, con telarañas. Las relaciones con las instituciones -a excepción del Navarro- bajo mínimos. El futuro, oscuro.

Pero, ¿qué le pasa al fútbol avilesino? Para el máximo accionista del Real Avilés Industrial, José María Tejero, la mala situación se sustenta sobre tres patas: «Economía, instalaciones y masa social». En cuanto a la primera, Tejero pide a las instituciones «algo más de aportación para mantener las estructuras». Sin embargo, el máximo accionista blanquiazul incide en la escasez de instalaciones como mal mayor del fútbol avilesino. «Ahora empezamos a disfrutar de mejores campos, pero hasta hace poco tiempo los chavales tenían que jugar sobre campos de tierra o de arena. Eso es un freno. A la cantera hay que ofrecerle alicientes porque, si no, los jugadores acaban yéndose».

Comparativas odiosas

La situación del fútbol comarcal se agrava si se le compara, por ejemplo, con la de las Cuencas. Hasta tres equipos de esa zona aspiran a jugar por el ascenso: Tuilla, Langreo y Caudal. El presidente del Hispano, Elpidio Otero, es gráfico para explicar la principal diferencia entre ambos casos: «En Avilés todo el mundo pasa del fútbol», señala. Otero es pragmático. «Todo en el fútbol es dinero», afirma. «En la comarca, ni Avilés, ni Navarro ni Hispano tenemos las ayudas del Ayuntamiento que nos merecemos. Hay que buscar ingresos por todos lados, desde el Principado hasta empresas privadas», comenta el presidente de los de Castrillón, el club con menor presupuesto de la Tercera asturiana.

El presidente en funciones del Navarro, Juan Carlos García, por su parte, es menos radical en su visión. A fin de cuentas, su equipo se mueve en los parámetros esperados. Sin embargo, García no escurre el bulto. «Son circunstancias, pero está claro que el fútbol avilesino no genera ilusión. Parece despersonalizado», señala el presidente de los de Valliniello. Para García, la solución la tienen los resultados. «Si entra la bolita todo va mejor. Una buena clasificación lo mejora todo: atrae más gente, más inversiones, mas apoyos de las administracionesÉ», afirma el máximo mandatario del Navarro.

Ésta es la situación del fútbol comarcal. Una realidad que se mueve entre el pragmatismo y un componente intangible. ¿Ilusión? Quizá sea eso.