Madrid / Barcelona,

Europa Press

El Real Madrid, todavía con la euforia por el título de Liga cosechado el domingo en el Reyno de Navarra, afronta esta noche (22.00 horas / Telecinco) el clásico más apacible de los últimos años, ya que la fiesta será la gran protagonista del encuentro ante un Barcelona obligado a ganar para mantener su objetivo de arrebatarle la segunda posición al Villarreal para clasificarse de manera directa para la próxima Liga de Campeones.

El pasillo de los azulgranas a los campeones, en el que no participarán Ronaldinho, de baja por lesión; ni Eto'o ni Deco, ambos por sanción después de que fuesen amonestados ante el Valencia (6-0) por dos duras entradas que han levantado sospechas de que lo hicieron para «borrarse» del partido, deberá ser la guinda de la fiesta, por el momento, ya que la parroquia madridista querrá que el equipo supere al eterno rival y le siga amargando la temporada.

En la primera vuelta, los blancos le dieron la primera estocada a los azulgranas al llevarse la victoria del Camp Nou (0-1, gol de Baptista) el 23 de diciembre y encarrilaron un título que siempre han tenido cerca, aunque algunos altibajos llegaron a dejar la diferencia en sólo dos puntos entre ambos equipos, cuando ahora son 14 a falta de tres jornadas para la conclusión del campeonato.

La remontada épica ante Osasuna en Pamplona, con goles de Robben e Higuaín, ha restado emoción al duelo de esta noche, que los jugadores del Real Madrid afrontan en plena resaca tras la borrachera de alegría del domingo, en una fiesta que comenzó en el minuto 90, al filo de las 11 de la noche, siguió a las 3 de la mañana en La Cibeles y se alargó casi hasta el amanecer.

La fiesta grande se ha aplazado hasta la última jornada, cuando los blancos recibirán el trofeo de la Liga, y el club ya ha preparado una jornada inolvidable para el partido ante el Levante, mientras que las celebraciones institucionales quedarán para el lunes 19. Sin embargo, esta noche serán 90 minutos de algarabía, más festejada aún por ser contra el Barcelona, que, además, sí se juega algo, no tener que disputar la previa de la Liga de Campeones.

En el partido habrá ausentes por ambos bandos, aunque mucho más polémicos los azulgranas. Schuster deberá recomponer la defensa por la expulsión de Cannavaro, mientras que Heinze, que debería cumplir ciclo de amonestaciones, finalmente podrá jugar al estimar Competición las alegaciones del Madrid. Así, Pepe y Sergio Ramos serán la pareja de centrales, con Heinze en el lateral izquierdo y Torres ocuparía el derecho. Por delante, el entrenador alemán, que celebra su primer título en el banquillo, deberá decidir si realiza cambios y dar minutos a los menos habituales o sigue apostando por los que ganaron en Pamplona, contando con el posible regreso de Guti, la recuperación de Van Nistelrooy o la titularidad del héroe Higuaín.

Mientras, el técnico barcelonista, Frank Rijkaard, afronta la que seguramente será su última visita al Bernabeu como azulgrana sin algunas de las principales figuras de su equipo. Sin Ronaldinho, todavía de baja por lesión; ni Eto'o ni Deco, por sus polémicas amonestaciones en el último partido, el Barça llega al feudo del eterno rival necesitado de una buena actuación para paliar los efectos de su segundo año consecutivo sin títulos. Los azulgranas se juegan su orgullo y dignidad y también sus últimas opciones de alcanzar al Villarreal, que suma cuatro puntos más, para tener un verano algo más tranquilo que no incluya la disputa de una ronda previa europea en agosto y para no dar pie a nuevas protestas de sus aficionados el próximo domingo en el partido ante el Mallorca, que cerrará la temporada en el Camp Nou, antes del último partido en Murcia.