Oviedo, J. E. CIMA
Ángel Vicioso (Calatayud, 13-4-1977) estaba radiante con su maillot amarillo de ganador de la Vuelta a Asturias. No es para menos, porque después de muchos triunfos este maño de 31 años logró su primera victoria por etapas y con tanta montaña como la del Principado. Reconoce que su equipo portugués, L. A. Aluminios, fue clave para arroparle y ganar.
-¿Cómo se siente al tener ya un maillot amarillo de una carrera por etapas?
-Muy contento porque por fin gané mi primer Vuelta y tan dura como ésta de Asturias. Había sido líder en la Vuelta al País Vasco, donde fui segundo, y terminé también así en la Vuelta a Murcia. Me hacía falta este triunfo.
-Fue líder desde el primero al último día.
-Fue clave la primera etapa en la subida a San Martín de Huerces, cuando nos escapamos cuatro compañeros junto a Garzelli. Sacamos buen tiempo y gané aquella etapa. Repetí el liderato como el año anterior en Llanes.
-¿Qué momento fue el más complicado?
-Ver que Garzelli se me acercaba con sus triunfos en Llanes y Avilés. El italiano estaba en gran forma y ambicioso, pero felizmente en el Acebo no respondió bien y pudimos asegurarnos el liderato y las plazas del podio.
-Nunca habló con optimismo.
-Hasta cruzar la última meta no hay que cantar victoria. Me gusta ser prudente, aunque veía que tenía un gran equipo arropándome. No puedo hablar solo de Tondo, Pires o Zaballa, fueron todos los compañeros los que hicieron un gran trabajo para ganar.
-El año pasado también disputaba esta Vuelta y cedió ocho minutos en el Acebo.
-Era diferente. Entonces estuve bien en la Vuelta al País Vasco y aquí mi forma ya iba para abajo. Precisamente a mi director, Suárez Cueva, le comenté ahora que tenía las piernas con más fuerza. Corremos poco fuera de Portugal y por eso preparamos bien la Vuelta a Asturias.
-¿Le daba pánico el Acebo?
-Es un puerto muy duro y largo, donde podía pasar problemas. Pero me encontré bien y tuve gran ayuda de Pires y de Tondo en la parte final. Así que a falta de 1 kilómetro para la meta ya me vi tranquilo y ganador, aunque faltaba la última etapa.
-¿Cómo vivió la jornada final camino de Oviedo?
-Fue muy dura, con tantos repechos. Hubo momentos de muchos ataques hasta que se hizo la fuga buena. Luego ya controlamos.
-Está en su décima temporada de profesional, ya ha ganado una Vuelta y lleva otros 18 triunfos detrás, entre ellos clásicas como la de Miguel Indurain y etapas en todos los sitios. ¿Qué le falta por ganar?
-Me hubiera gustado llevarme una clásica como la Lieja o Amstel, que se me dan bien.
-Usted fue de los que se tuvieron que marchar al figurar en la lista de la «operación Puerto».
-Es como en la época en la que había que exiliarse para trabajar. Felizmente me acogieron bien en Portugal, en un gran equipo y con un buen técnico como es Zeferino. El ciclismo lo pasa mal y se marchan los patrocinadores, cuando es una publicidad muy rentable.
-¿Qué solución ve?
-Entre los ciclistas no hay unión, cuando tenemos la sartén por el mango. Hay buenos ciclistas y el número uno es Contador, por su seriedad y profesionalidad. Somos amigos y vamos a cazar juntos. El Tour de Francia saldrá perjudicado al no tenerlo en la salida porque se pierden al mejor ciclista del momento.
-El triunfo se lo dedicó a su hijo Jaime...
-Lo hice en carrera con el gesto del chupete. Pero luego me llevé la gran alegría de encontrarme a Jaime en la meta con su madre, Raquel. Creí que seguían la carrera desde casa.