Avilés, I. URÍA

Cuando el tema de conversación es el Avilés las anécdotas de aquellos que han formado parte de la familia del club afloran sin parar de forma atropellada. Hoy se cumplen 25 años desde que los socios de Ensidesa y Real Avilés aprobaran en asamblea la fusión de ambas entidades, operación de la que surgiría lo que en la actualidad se conoce como Real Avilés Industrial, y LA NUEVA ESPAÑA reunió para la ocasión a cuatro protagonistas de un momento clave en la historia futbolística de la ciudad. Jesús Manuel Llera Arrojo, presidente del Avilés; Cándido González, vicepresidente del Ensidesa; Francisco de Asís Álvarez, «Quico», primer capitán del Industrial, y José Rafael González Viña, único jugador del Avilés que permaneció en la plantilla tras la fusión, compartieron sus opiniones sobre el pasado y el presente de un club que llevan grabado en la memoria.

Llera Arrojo lleva la voz cantante bien asistido por González en una conversación que comienza con una pequeña discusión sobre las fechas y las categorías en las que militaba cada equipo cuando se planteó de forma seria la posibilidad de unirlos para hacer uno más fuerte. «Los empresarios Ramón Rodríguez Fernández, "Toldao", y Francisco Javier Llorente no lo habían visto claro años antes, pero yo estaba convencido, mi candidatura era "pro-fusionista"», explica el ex presidente. «La iniciativa fue de Juan Muro de Zaro», añade Cándido González. Viña no se resiste a intervenir, para asegurar con sorna que «el Avilés tenía la afición, y el Ensidesa, el dinero, pero había miedo de que se cortara el grifo y accedieron a la fusión». El ex vicepresidente no duda en responder: «Cuando lo empezamos a proponer teníamos todo el dinero del mundo, ésa no fue la razón». El portero aclara que «se hizo la fusión porque el Avilés llevaba seis temporadas en Tercera y no lograba subir, mientras que el Ensidesa acababa de ascender a la categoría superior».

El recién nacido estaba llamado a heredar lo mejor de sus progenitores: del Ensidesa, una fructífera cantera y un potente equipo ascendido a Segunda B, y del Avilés, una afición fiel que seguía al equipo allá donde iba. «La del Avilés sentía los colores del club. La del Ensidesa era muy numerosa, pero al estar formada por gente de toda España estaba callada en el campo», señala Quico.

Antes de que se consumara la unión surgió un obstáculo fruto de la eterna piquilla entre los partidarios de ambos equipos que retrasó la consecución de la fusión: unos y otros se negaban a ceder en lo que al color de la indumentaria y el nombre se refería. Para Cándido González, el Ensidesa hizo gala de su generosidad al dar su brazo a torcer. «Meditamos que se llamara Real Avilés Ensidesa, y al final nos decidimos por el Industrial. El "Real" no ofrecía discusión, porque se contaba con la autorización de la Casa Real para llevarlo». Al final, la vestimenta varió hasta que se fijó la predominante combinación de azul y blanco salpicada del granate empresarial.

Tras limar asperezas, el 1 de julio se oficializó una unión que con el tiempo ha dado un resultado muy alejado del que se esperaba. Para los directivos de entonces la destitución del entrenador Raúl González y el traslado al Muro de Zaro fueron decisiones perjudiciales que precedieron al derrumbe de un club que consideran ha tocado fondo. «El alcalde de esa época, Manuel Ponga, se comprometió públicamente a reconstruir el Suárez Puerta, pero luego no se hizo», indica el ex presidente. «Lo de Raúl fue un error. La plantilla se dividió y la solución empeoró al equipo», señala Viña.

La situación actual del Avilés no consuela a sus impulsores, que echan de menos la organización que llevó al Ensidesa a convertirse en una cantera prolífica. «Las sociedades anónimas han hecho mucho daño, no sólo al Avilés, sino a los clubes de toda España», indica González, con el asentimiento general de sus compañeros de tertulia. «Hay un divorcio entre el dueño del club, José María Tejero, y la afición. El socio ve a Tejero como el amo de un equipo que hace y deshace sin consultar con la afición. Si me tocara el euromillón compraría el club sin pensármelo», se atreve a confesar Llera Arrojo.

Los cuatro tertulianos admiten que se han alejado de la actualidad de la entidad blanquiazul por diferentes motivos. Cándido explica que se dio de baja como socio cuando despidieron a la secretaria María del Carmen Ureña: «Me pareció una injusticia, y no estaba dispuesto a consentirla». Viña ni siquiera recuerda cuál fue el último partido que fue a ver, Jesús Llera Arrojo es el que acude con mayor regularidad, y Quico explica que sus obligaciones como entrenador del Histórico Carbayedo le impiden seguir a los blanquiazules. El último encuentro al que asistió fue la derrota ante el Oviedo en la primera vuelta. «La grada estaba llena, pero creo que cuando mi equipo se enfrentó hace unas semanas al Avilés de Regional había más gente que en muchos partidos de Liga del conjunto de Tercera División».