Estambul (Turquía),

Álvaro FAES,

enviado especial de

LA NUEVA ESPAÑA

El monoplaza se lanza a 270 por hora hacia la octava curva, en el sector intermedio del circuito. Con la sexta marcha engranada, toca encarar el giro más exigente de todo el campeonato. El pie no se levanta del acelerador durante el giro, un arco de tres vértices que pone los pelos de punta. Sufren los neumáticos, sufre la mecánica, pero el que peor lo pasa es el piloto. La cabeza experimenta un empuje lateral más de cuatro veces superior a su peso, como si una piedra de veinticinco kilos empujase la testa contra el lateral del coche durante seis segundos. Rodillas, brazos, todo el cuerpo se agolpa contra el lateral derecho del habitáculo. Una fuerza superior a la que hace saltar el airbag en un vehículo de calle en un accidente. Y eso, una y otra vez durante los 58 giros que tendrá la carrera de mañana. Un potro de tortura.

Fernando Alonso pasa por ser uno de los pilotos que más trabajado tiene el cuello, la zona más castigada durante la curva 8. Su fisioterapeuta, Fabrizio Borra, asegura que la buena condición física del asturiano ayuda a afrontar el reto. También recalca que de poco sirve machacarse las semanas anteriores a viajar a Turquía, si no se ha hecho un buen trabajo físico en el invierno.

Antes de correr en Estambul, los pilotos ya tienen en mente los dolores de cabeza que les va a dar el circuito. Es el primer trazado con giro inverso al sentido de las agujas del reloj. Doce curvas a la izquierda y ocho a la derecha, una proporción a la que no están acostumbrados los protagonistas. Sólo Interlagos tiene la misma característica, pero existe un elemento de distinción que no tiene el trazado brasileño. La famosa curva 8.

Los neumáticos también lo pasan mal. Son seis segundos con el acelerador a fondo, durante la curva más rápida de todo el año. Una gran escapatoria protege ante posibles accidente a unos monoplazas que tienden a salirse de la lengua de asfalto. Allí reventó Hamilton el año pasado la rueda delantera derecha, la que experimenta todo el peso de la inercia. El cambio de fechas del Gran Premio de Turquía ayudará en este aspecto, porque a menos temperatura, menor sufrimiento para las gomas. Ayer había 16 grados, la mitad que el año pasado durante la carrera. Insuficiente para restar protagonismo a la curva. «¿Qué hace un ciclista cuando llega la montaña? Subir, no le queda otra». Como un puerto de categoría especial siente Fernando Alonso una curva que va camino de convertirse en un mito, si tanta guerra da cuando la Fórmula 1 tan sólo ha pasado tres veces por Istanbul Park. «Lo peor de todo es que hay que seguir a fondo cuando estás aplastado a la derecha», explica Alonso. «Es una curva única en el campeonato y sufrimos una fuerza lateral a la que no estamos acostumbrados. Y lo peor de todo es que hay que seguir a fondo. Pero bueno, todo es habituarse y como nos hemos preparado bien para girar hacia la izquierda todo se resume en que habrá que sufrir un poco más aquí». Alonso lo resume con tono de resignación, y entonces acude al símil ciclista.

Hace un par de años, Pedro de la Rosa se llevó a su fisioterapeuta de vacaciones a Mallorca, porque la de Estambul era la primera carrera tras el parón veraniego. Había sustituido a Montoya en McLaren y no quería dejar nada al azar. El cuello de los pilotos es la parte del cuerpo que más castiga el trazado turco. Casi todos acaban tocados y necesitan la atención especial de los fisioterapeutas. Tales son las fuerzas, que muchos terminan con inflamaciones en el trapecio y el esternocleidomastoideo, por la falta de costumbre ante la sucesión de giros a la izquierda, con la famosa curva ocho como remate a tanta exigencia.

Herman Tilke diseñó Istanbul Park a conciencia. El arquitecto de cámara de Bernie Ecclestone es el padre de todos los circuitos que se han construido en los últimos años y el trazado turco es una de sus últimas joyas, inaugurado en 2005. Su sello está también en los trazados urbanos de nuevo cuño, como el de Valencia, diseñado según sus indicaciones. A Istanbul Park lo convirtió en una montaña rusa, un sube y baja continuo y lo remató con un auténtico castigo para los pilotos. Una interminable curva, una batidora de monoplazas y pilotos. Prueba de fuego para el temple y la preparación física.