Ojalá el señor Portokalos de la película «Mi gran boda griega» tuviera razón y todas las dolencias pudieran curarse con un poco de limpiacristales, pero los males del Barça son más difíciles de curar que la psoriasis o los sarpullidos. Los seguidores del Barça nos hemos pasado la temporada confiando en el limpiacristales de Rijkaard y creyendo, como el señor Portokalos, que todas las palabras (hasta kimono) vienen del griego. La etimología seudocientífica de Laporta nos confundió, y pensamos que Henry, Ronaldinho, Deco, Márquez, Abidal y hasta Giovani venían del «Dream team». Y no. El último parecido con el señor Portokalos es que nosotros también intentamos reproducir el Partenón en nuestra casa, es decir, en el Camp Nou, olvidando que el Partenón está en la Acrópolis de Atenas y que cualquier intento de imitación está condenado al fracaso kitsch.
El limpiacristales no lo cura todo. La etimología azulgrana de Henry es muy dudosa. Las columnas a imitación de las del Partenón en las que se apoyaba el Barça eran de mentirijillas. Por eso esta Liga no ha terminado con la «gran boda griega» que los culés esperábamos, sino con un bodorrio en el que la novia vestía de blanco y el Barça sólo fue el invitado especial. El limpiacristales de Rijkaard y Laporta consistió en querer ganar partidos como dicen en la película «Million Dolar Baby» que hay que ganar combates de boxeo: moviéndose hacia atrás. Pero la receta de ese limpiacristales olvidó que si en boxeo (y en fútbol) se retrocede demasiado, al final ya no se está luchando. Hemos retrocedido tanto que no hemos luchado esta Liga. Nos hemos movido tanto hacia atrás que nos hemos quedado en la semifinales de casi todo y en la retaguardia de los puestos que permiten jugar la Liga de Campeones.
Nuestra gran boda griega se quedó en nada. La temporada que viene tendremos que olvidarnos del limpiacristales, ser más cuidadosos con la etimología y dejar de levantar columnas dóricas en el césped del Camp Nou. Ha sido estupendo trabajar con usted, señor Portokalos, pero es la hora de decir adiós. Nunca olvidaremos que un día su limpiacristales nos hizo campeones de Europa.