Como recoge François Truffaut en «El cine según Hitchcock», cuando el cineasta británico estaba preparando «Encadenados» (1946) el estudio le asignó un ayudante para escoger la mansión donde se desarrolla una parte importantísima de la trama. Dando vueltas y vueltas por Beverly Hills, Hitchcock comenzó a darse cuenta de que conocía a aquel hombre. Su descubrimiento, calificado por él mismo en la entrevista, «fue terrible»: se trataba de una persona a la que había pedido trabajo como diseñador de títulos de crédito en 1920. Quien antes era una figura de referencia ahora se encontraba a su lado preguntándole «Señor Hitchcock, ¿le parece bien esta casa?».

En un partido celebrado el sábado 19 de noviembre de 2005, el Barcelona de Rijkaard llegó al Bernabeu metido en su papel de campeón en potencia (sólo llevábamos doce jornadas). Los Xavi, Messi, Deco, Ronaldinho, Eto'o... sabían perfectamente que ni Roberto Carlos ni Helguera ni Zidane les iban a durar un asalto. Y así ocurrió. Un gol de Eto'o y dos de Ronaldinho, con el público en pie, encumbraron al Barça. La Liga de ese año, incluso en noviembre, trataba de un único equipo.

En un partido celebrado el miércoles 7 de mayo de 2008, el Barcelona de Rijkaard llegó al Bernabeu metido en su papel de desahuciado en potencia (todavía tenía opciones frente al Villarreal). Los Raúl, Guti, Van Nistelrooy, Higuaín, Sneijder... sabían perfectamente que ni Messi ni Xavi ni Valdés les iban a durar un asalto. Y así ocurrió. Los goles de Raúl, Robben, Van Nistelrooy e Higuaín, con el público en pie, reconfirmaron al Madrid. La Liga de este año, a pesar de todas las dudas, trata de un único equipo.

Se lo preguntaban los «Beatles» supervivientes en «Free as a bird» (1996): «¿Qué pasó / con la vida que conocimos?». El Barcelona vive hoy en la prehistoria del Real Madrid cuando, paradójicamente, fue su futuro. Dentro de la satisfacción que producen los pasillos, los cuatro goles, el decaimiento de Laporta, la despedida «dandy hippie» de Rijkaard o la desaparición del satánico Eto'o, permanece una sensación terrible. Si no afinamos nuestro equipo para la próxima temporada, si Schuster no asume sus fallos... ¿quién sabe? Quizás el año que viene nos encontremos en la misma situación que los pobres blaugranas, aquellos que en otra vida nos bailaron con un 0-3 en el Bernabeu.