Tdo lo que rodea a Lewis Hamilton está lleno de superlativos, de exageraciones, controversias y en muchas ocasiones de sinsentidos. El inglés fue el mejor debutante de toda la historia de la Fórmula 1, firmando un inicio de temporada 2007 que mucho me temo nadie va a ser capaz de repetir. Por el contrario, también fue el protagonista de la mayor pifia vista desde que existen campeonatos del mundo, porque la forma en que perdió aquel Mundial bien puede ser calificada, siendo benévolo, como pifia. La afición española lo hizo responsable de que Fernando Alonso no se coronara campeón el año pasado, lo que constituye, a mí entender, otro despropósito. Pasemos a hablar de este año. Su actuación antes de la celebración del Gran Premio de Turquía comenzaba a ser calificada como fracaso. Su cotización parecía bajar enteros a medida que se sucedían los primeros grandes premios de la temporada y la misma prensa inglesa, y por supuesto la española, comenzó a poner en tela de juicio su madera de campeón. Otra exageración más. Si hace unos años me dicen que se iba a dudar de un piloto capaz de ganar cinco de las primeras veintidós carreras disputadas en la Fórmula 1 y de hacer el mismo número de poles, de ser subcampeón en su primera participación en un mundial a un solo punto del campeón, no me lo habría creído. Sí es cierto que Hamilton ha debutado en un McLaren, pero comparémoslo por un momento con uno de sus compatriotas ingleses más laureados, Nigel Mansell, y no sólo cuando éste debutó, sino cuando era ya un piloto consolidado de la parrilla. Mansell pilotó durante los años 1986 y 87 el Williams-Honda FW 11 que era el mejor monoplaza de aquellos años y no logró ser campeón. También lo hizo para Ferrari un par de años con el mismo resultado. Acumulaba subcampeonatos uno tras otro; detrás de Prost, de Piquet y de Senna. Sin embargo, no provocaba ninguna de las controversias que hoy provoca Hamilton, no se dudaba de él. Consiguió su único título casi al final de su carrera deportiva a los mandos de un Williams-Renault y hoy es una referencia del automovilismo mundial y un icono de la afición inglesa.

Con Hamilton todo está sucediendo demasiado rápido. Sus superiores han arriesgado demasiado al depositar en un piloto tan inexperto la responsabilidad de liderar un equipo al que sólo le vale la victoria. Ahora bien, Lewis es muy joven y no conseguir este Mundial no sería, a mi entender, el fin de su carrera como muchos desearían. Le quedan muchos años por delante y, si no, recordemos lo que hizo su compatriota Mansell. No se puede decir lo mismo de Mclaren-Mercedes. No alcanzar el Mundial esta temporada sí sería un fracaso para la escudería anglosajona, sobre todo después de cómo perdieron en del año pasado. Dado que con Hamilton no existen términos medios, seguro que recuperará crédito tras la buena carrera de Estambul. Veremos cuánto le dura.

Pasando a hablar del Gran Premio del domingo y de Fernando Alonso, comentar que el asturiano ganó la carrera de la clase media de la parrilla que es, hasta el día de hoy, la única que puede ganar con su R28. Y al hablar de clase media me refiero a aquella en la que compiten los Red Bull, los Williams, los Toyota y los Renault. Es la misma impresión que tuve tras el Gran Premio de España. Renault ha prometido nuevas mejoras, pero a medida que el coche vaya perfeccionándose el margen de actuación se estrechará y las mejoras cada vez aportarán menos. Los tres equipos de arriba siguen siendo inalcanzables y me queda la duda de cuál habría sido la posición final de Kovalainen de no haber pinchado en la segunda vuelta, ya que iba muy cargado de gasolina y presumo que a dos paradas y no a tres como Hamilton. Seguro que aspiraba a podio. Lo sí parece es que la mala suerte que hasta ahora perseguía a Raikkonen se ha contagiado al otro piloto finlandés de la parrilla. Fue perjudicado por el safety car en Australia, sancionado en Malasia, le reventó una rueda en España y pincha en Turquía.

Y dentro de quince días, Mónaco; un Gran Premio en el que todo puede pasar. El mejor escenario para que surja la sorpresa. La mejor prueba de lo que estoy diciendo es que puedo mencionar dos pilotos con una sola victoria en su palmarés y conseguida en el trazado del Principado: Panis y Trulli. Por el contrario, hay tricampeones del mundo como Piquet que nunca ganaron allí, lo cual nos da una idea de lo aleatorio que puede ser el resultado dentro que dos semanas. Hay muchas esperanzas depositadas en que Fernando pueda conseguir un gran resultado en esta peculiar cita del Mundial debido a que en los circuitos urbanos prima el volante sobre el monoplaza. Nadie duda de las manos de Alonso, pero si el problema del R28 es la tracción, Fernando necesitará más que manos para alcanzar el podio.