Estambul,

Javier GARCÍA-OCHOA

El Gran Premio de Mónaco, sexta cita del Mundial que se disputará el 25 de mayo, va a representar una prueba de fuego para los pilotos, ya que deberán afrontar un circuito que no perdona el más mínimo fallo sin el control de tracción y con la anunciada más que probable presencia de la lluvia.

La supresión del control de tracción, que ha provocado desde el inicio de temporada que aumenten notablemente los bandazos y las salidas de pista, puede jugar un papel protagonista en Mónaco, donde el más mínimo fallo se paga con un golpe contra los raíles de seguridad que delimitan toda la pista. De entrada, las mejoras introducidas en la suspensión del Renault a partir del GP de España deben proporcionar a Fernando Alonso una mayor ventaja en las calles del Principado, superior a la ofrecida en Estambul.

Las previsiones meteorológicas, aunque todavía muy provisionales, indican que las temperaturas estarán en torno a los 20 grados, lo que sin duda beneficiará a los neumáticos del Renault, que los castiga más que otros al no tener tanta tracción y patinar más las ruedas. Además, la lluvia, que está anunciada para la primera mitad de la semana, podría complicar aún más las cosas.

Alonso, en cualquier caso, ya ha avisado de que aunque en Montecarlo se piense que pueda ocurrir cualquier cosa, al final siempre ganan los mismos. Él ganó en las calles de Montecarlo en 2006 con Renault y en 2007 con McLaren, pero este año pensar en el podio ya es soñar. Pero en cualquier caso, soñar cuesta poco.

Lo que no faltará en Montecarlo es ambiente y el habitual «glamour». Será bien venido tras un GP de Turquía con las gradas semidesiertas.