Gijón, Alejandro ROZADA

«No es la celebración anticipada del ascenso». Bajo esta premisa, las peñas Moreda y Zafiro de Gijón; Edujor, de Mieres; El Indio, de Blimea, y Portalsportinguista, de Avilés, organizaron una gran fiesta por la costa gijonesa. Se dice que las celebraciones previas no vaticinan nada bueno. Ayer se cumplió esta deducción y se pasó de la «mareona» a la bajamar. Por un empate.

Todo parecía idílico. A las tres de la tarde los peñistas llenaron de colorido el Campo Valdés. Lucían el mejor aspecto con bufandas, camisetas y banderas. De esta forma el escenario se llenó de seguidores. Casi 5.000 según los organizadores, y 3.000 según la Policía. Por allí aparecieron los vecinos del barrio alto que reivindicaron una celebración del ascenso muy «playa» en la plaza del Marqués, la fuente de Pelayo y las aguas del muelle. Con el reparto de la bebida y la comida comenzó de la fiesta. Para algunos, lo mejor por el gañote. Para otros, lo importante era el simbolismo de la cita. La sidra circuló a borbotones y los bollos, de boca en boca. A la media hora, no quedaban ni las migas de los mil bollos preñaos que se ofrecían.

Jaime Álvarez, de Portalsportinguista, no tenía tregua, pero estaba encantado. «Habré escanciado unos mil culetes, pero da igual cuando se trata de citas cruciales», subrayó. Lo secundaron José Luis Díaz Calvelo, de la peña de Moreda; Ismael Alonso, de Zafiro, y otros peñistas. Todos con un sentir parecido. Por el Campo Valdés también andaba Maximino Vázquez, candidato a presidir la Federación de Peñas, que reclamaba cambios. «Hay que salir del inmovilismo que vivimos y organizar más actos conjuntos en el futuro», aseveró Vázquez.

Uno de los que no se lo perdió fue Julián Arbesú, que evocaba viejos tiempos. «Ahora recuerdo mis primeros partidos en El Molinón, cuando todo me impresionaba y pasaba muchos nervios», explicó. Sus pronósticos son optimistas, pero con matices: «Creo que subimos, aunque sufriremos. Hoy no tengo buenas sensaciones», sentenciaba Arbesú antes del partido.

Pasadas las cuatro y media comenzó el desfile hacia El Molinón. Miles de seguidores tiñeron de rojiblanco el Muro. «Nunca caminarás solo», rezaba la pancarta que portaban unos aficionados entusiasmados. A las ocho y media, en el desfile de regreso, tras el triste empate, el entusiasmo iba a bajamar.