Luanco, Mario D. BRAÑA

José FERNÁNDEZ

Tres días después de que el Marino asegurase la permanencia, LA NUEVA ESPAÑA reunió en Miramar a tres personajes clave en el club: Luis Gallego, que lleva más de 20 años en la presidencia; José Luis Quirós, a punto de iniciar la sexta temporada de su segunda etapa en el banquillo, y Miguel Riera Fernández, Miki, que abandona el club tras contribuir desde el campo a estos cuatro años de prosperidad. Los tres dan su versión sobre lo que muchos consideran un milagro deportivo.

Luis Gallego (L. G.): Trabajamos como los demás clubes con pocos recursos. Somos como una pulga respecto al resto de los equipos de España de Segunda B. De los últimos diez años, el Marino lleva ocho en Segunda B. Por eso deportivamente somos el segundo equipo de Asturias. Lo más importante son los jugadores y el entrenador. Quirós es una baza fundamental. Siempre tuve bastante suerte con los entrenadores, con Vicente Villamil, con Robles, Rogelio y Novo. Por eso, en 25 años sólo han pasado ocho por aquí. Quirós reúne tres cosas fundamentales: la experiencia, el saber y la persona. Ahora tenemos un reto muy importante para el año que viene. Lo primero, mejorar el terreno de juego, y después formar un equipo competitivo porque Quirós no quiere despedirse del Marino en Tercera División. Quiere un equipo agresivo. Lo demás ya se encarga de ponerlo él.

José Luis Quirós (J. L. Q.): Luis deja trabajar, da confianza al cuerpo técnico. Y nunca se mete en nada, aunque piense diferente.

LA NUEVA ESPAÑA: Da la impresión de que influye en todos los ámbitos del club.

J. L. Q.: En los fichajes sí, pero en los entrenamientos y en las alineaciones no se mete. Tiene confianza en el cuadro técnico.

L. G.: Estar todo el día en los entrenamientos es perjudicial a la larga para el equipo. Son 22 jugadores y todos no piensan igual.

J. L. Q.: Los jugadores que vienen aquí saben que tienen que estar al 120 por ciento. Cuando no están así cada día y cada domingo, no se gana. La gente que no se involucra es como si no pasara por aquí. Cuando estás en apuros siempre tienes que recurrir a los mismos. Cogerlos aparte y decirles que vamos por mal camino.

LNE: ¿Miki, por ejemplo?

J. L. Q.: Es uno de ellos. Este año tuvo mala suerte, pero aparte de entrenador y jugador somos amigos. Hombre, si le tengo que cambiar le cambio. Aquí se necesita mucha gente como él. Que venga aquí incondicionalmente, que sepa lo que es esto. Que para mantener este equipo hay que sentirlo así. No es un milagro. De milagro se puede ganar un partido, o dos. Pero no ganamos ninguno que no mereciéramos.

Miki: Cuando vine hace cuatro años había gente veterana, que hacían esa función. Vi cómo era el equipo, cómo trabajaba la gente, el tiempo que echaban. Por eso el Marino sale adelante. Ahora que llevo año y medio como capitán y tengo dentro lo que supone el Marino. Cuando las cosas van mal, los veteranos intentamos hacer piña.

LNE: ¿Los que jugaron fuera de Asturias lo valoran más?

Miki: En Lanzarote me trataron fenomenal, la diferencia es que el Marino es como una familia. Por el trato de la gente, que se dedica en cuerpo y alma al club. Ahí está la ventaja respecto a otros equipos, que suple así las carencias de dinero, de apoyos, de infraestructura. Es lo que acaban viendo los jugadores: un trato que no te dan en ningún sitio.

LNE: ¿Y las limitaciones económicas?

Miki: Nadie se puede quejar porque todo el mundo sabe lo que hay. Hay menos dinero, pero sabes que te van a ofrecer una cosa y te van a pagar. Tal como está el fútbol, pocos equipos tienen esto. En los cuatro años que llevo, el primer miércoles de cada mes cobramos las cantidades que nos prometió el presi. Ni una sola vez se retrasó.

LNE: Eso ya empieza a ser conocido por los futbolistas.

Miki: Cada uno puede montarse su película, pero luego llegan los impagos, las promesas incumplidas. Yo vine porque tenía ganas de jugar en casa y me quedé porque estaba a gusto. Nunca me sentí tan querido y tan apreciado como aquí.

LNE: ¿Cómo se puede exigir el 120 por ciento a futbolistas que no son profesionales?

J. L. Q.: No queda otro remedio. Tengo que exigirles a todos. Si no lo haces, la cosa no va. Este año conseguimos entrenar todos por la mañana. Fuimos más profesionales que nunca.

L. G.: No somos una sociedad anónima, somos un club básico deportivo. La gran virtud de los jugadores del Marino es que trabajan como profesionales y cobran como aficionados.

LNE: ¿Mérito de Gallego?

L. G.: Del equipo. El presidente da la cara, pero por detrás están los José Antonios, Valentines, Lelos, Toños, que hacen su función. Sin ellos esto no funcionaría. Lo más importante es que de las escaleras del vestuario para abajo sean un grupo y una piña. Cobran por desplazarse, por las horas que pierden. Aquí no hay nóminas, ni Seguridad Social, ni nada. Muchos tuvieron la posibilidad de marcharse como profesionales, pero se quedaron. Aquí los peseteros somos nosotros porque no podemos darles más.

LNE: ¿Quirós nunca temió ser destituido?

J. L. Q.: Sí, por qué no. Cuando volvimos de San Sebastián de los Reyes, le dije: «Luis, cambia esto porque veo muy difícil salvar al equipo».

L. G.: Y mi contestación fue: «vale, míster, vale». El entrenador es el jefe del equipo. El día que el jugador detecta que se puede echar al entrenador, peor todavía.