Moscú, Efe

El Manchester United y el Chelsea disputarán hoy, miércoles, en Moscú la primera final puramente inglesa en la historia del principal torneo continental de clubes, la Liga de Campeones.

El escenario elegido para el duelo entre los dos representantes del país que inventó el deporte rey será el estadio olímpico Luzhiki de Moscú, cuyo césped ha suscitado en las últimas horas algunas dudas, tanto debido a su estado irregular como a su falta de verdor.

Aunque Moscú es considerado terreno neutral, el Chelsea parte con una pequeña ventaja por el hecho de que su dueño es el magnate ruso Roman Abramovich, que se ha gastado más de mil millones de dólares con el objetivo de convertir el equipo londinense en el mejor del mundo.

El Manchester, campeón de esta competición en 1999, ha viajado con la plantilla al completo -24 futbolistas-, aunque su entrenador, el escocés Alex Ferguson, sólo podrá convocar a dieciocho jugadores para la final.

Mientras, el Chelsea únicamente tiene la duda de su gran capitán, John Terry, que se dislocó el codo en su último partido de Liga frente al Bolton, aunque es improbable que se pierda la final.

Por lo visto, el israelí Avram Grant apostará por el mismo equipo que tumbó al Liverpool en las semifinales, con el veterano Makelele en el medio centro -que se alzó con la Liga de Campeones con el Real Madrid-, escoltado por Ballack y Lampard.

El director ejecutivo del Manchester United, David Gill, aclaró ayer que el club no tiene ninguna «intención» de vender al extremo portugués Cristiano Ronaldo, que «no se va a ninguna parte».

Pese a que el goleador luso firmó en 2007 un contrato por cinco temporadas con el club de Old Trafford, ganador de la Liga esta campaña, su nombre ha sido con frecuencia vinculado al Real Madrid. En un intento por acallar las especulaciones, Gill recordó ayer a la emisora británica BBC Radio 5 Live que al jugador «aún le quedan cuatro temporadas más» con el club y «con seguridad», agregó, «se quedará con nosotros muchísimos más años. Lo vamos a mantener. No tenemos ninguna intención de dejarlo marchar».