Oviedo

Iñaki Ochoa de Olza descansará para siempre en la montaña. El alpinista navarro falleció el jueves pasado en el Annapurna, tras cinco noches a más de 7.400 metros de altura y afectado por una grave lesión cerebral que se complicó en sus últimas horas de vida por un edema pulmonar. Ochoa de Olza estuvo en Asturias el pasado diciembre dando una conferencia dentro de la IV Semana de montañismo «Ciudad de Oviedo» y dejó patente cuál era su filosofía de vida: su amor por el Himalaya -donde ahora descansan sus restos mortales-, un lugar en el que se consideraba entre el cielo y el infierno. Gran amigo de Jorge Egocheaga, el asturiano con más «ochomiles» en su haber, Ochoa de Olza estuvo durante tres días invitado por Jorge, en su casa, y durante ese período aprovecharon para escalar en Otura.

Esa amistad entre ambos alpinistas propició la presencia de Iñaki Ochoa en Oviedo para dar una conferencia con proyección de diapositivas sobre su escalada al Dhaulagiri, el duodécimo «ochomil» que conquistaba. En el marco del Auditorio de Oviedo, Ochoa de Olza elogió a Egocheaga, de quien destacó que «es la persona más discreta que conozco. El que menos quiere saber de medios, de dinero, de etiquetas en el forro polar. Jorge escala por otros motivos, que entiendo que son muy correctos y que tienen que ver más con la pasión. Me da pena que en Asturias no se reconozca la clase de montañero y de persona que es. Siempre digo que si no fuese tan violentamente heterosexual le pediría que se casara conmigo».

La pasión que sentía Ochoa por Egocheaga se acrecentó tras la aventura de ambos en la ascensión al Dhaulagiri, en abril de 2007. «Jorge es mucho más fuerte que yo», dijo el navarro. «De hecho, sólo he visto a dos personas funcionar en el Himalaya por encima del resto, a él y a un chico ce Kazajistán, tan fuerte como Jorge. Pero en aquel ascenso Jorge tuvo peor día que yo. Llegué antes a la cumbre y empecé a bajar. Por eso no me enteré de su caída. Lo pasé igual de mal. Para bajar tuvimos que pelear con todo lo que teníamos: treinta años de experiencia de alpinismo quedaron muy justos para salir con vida. Al ver que no llegaba en toda la noche a la tienda pensé en lo peor».

En efecto, aquel fue uno de los peores momentos que tanto Ochoa como Egocheaga pasaron en la montaña. El asturiano tardó en recuperase de las congelaciones en manos y pies y ya prepara una expedición para este mismo año. «Mucha gente envidia el tipo de vida que llevamos porque no tenemos un horario de trabajo habitual. Te vienen a decir que vivimos en un paraíso. Es cierto, pero todos los paraísos tienen un precio», añadía en Oviedo Iñaki Ochoa de Olza. «Copio la simbología de Messner (el más grande para mí), de la vida personal, del amor, de la libertad y de montañas, claro. Al final, para mí, las montañas y la vida son lo mismo. Cuando me hice profesional no me gustaba la idea de ir a las montañas tirando de una lista como penitencia. Quería que cada montaña me aportara algo y fuera un proyecto interesante en sí misma. Mi vida está hecha de esas montañas y es la motivación que mueve mis pasos. Es una vida muy rica porque haces un montón de cosas diferentes». Ochoa se dejó la vida en su última conquista.