No tiene buena fama el fútbol cuando se trata de establecer acuerdos y promesas. No parece sencillo fijar posiciones por la transparencia que predomina en cada excusa posterior. Ademas, la caja de resonancia tiene unos acordes demasiado altos como para confundir el sonido con el ruido. Por eso, cuando llegan los momentos de «rendir cuentas» hay demasiado humo en la sala, demasiada confusión y la ambigüedad puede llegar al máximo cuando alguien levanta ligeramente la voz y dice que «pone el cargo a disposición». ¿ A disposición de quién? La pasada semana, tras el fracaso del histórico Zaragoza, Miguel Pardeza, director deportivo, asumiendo su cuota de responsabilidad presentó su dimisión. De forma irrevocable, puesto que no hay otra forma de presentarla. El fenomenal ex futbolista del Real Madrid y Real Zaragoza, con una larga trayectoria deportiva en su haber, reconoció que se habían fichado hombres importantes pero que «nos ha faltado conciencia de equipo». Y eso, una verdad como una catedral, es la clave del trabajo en el fútbol. Todo es equipo o es nada, todo es equipo o son triunfos individuales que luego «traen esos lodos». Miguel Pardeza demostró lo que es saber estar, decidir y asumir. Trabajó sin descanso y buscó soluciones que no encontró. Al final, lamentando la «mala gestión de los recursos» pidió perdón. ¿A quién?