Oviedo, Mario D. BRAÑA

Casi quince días después de conseguir en el agua su pasaporte olímpico, el parragués Javier Hernanz sigue en un sinvivir. La Federación Española tiene que decidir si en Pekín compite su K-2 (que forma junto con el palentino Diego Cosgaya) o el del gallego Carlos Pérez Rial y el catalán Saúl Craviotto. Ayer, en Madrid, se consumó el segundo intento fallido. La comisión encargada de elegir se lavó las manos. La nueva fecha es el domingo, aunque empieza a cuajar la idea de que todo se resuelva con un cara a cara de los dos barcos sobre las dos distancias, 500 y 1.000 metros.

«Nadie se atreve a tomar una decisión», declaró ayer Javier Hernanz a la agencia «Efe» poco después de conocer el nuevo aplazamiento. Su entrenador, el castrillonense José Seguín, volvió a quejarse de las presiones que está recibiendo la Federación Española para elegir al K-2 de Rial y Craviotto. Y, al margen de la decisión final, Seguín recalcó que «estamos tirando muchos petardos, cuando deberíamos estar centrados en la preparación para no dar ventaja a los rivales en Pekín».

La reunión de ayer se fue al traste por la ausencia del director técnico de la Federación, Eduardo Herrero, que ahora será precisamente el que tenga que asumir la responsabilidad en solitario. El domingo, aprovechando la competición que se realizará en Castrelo do Miño (Ourense), las dos partes expondrán sus razones a Herrero. Al margen de los méritos de sus palistas, a los que ve en condiciones de aspirar al podio en Pekín, Seguín propondrá la realización de unos controles como «la decisión menos mala». E insistió en la urgencia de reanudar la planificación.

Hernanz también es partidario de que el entuerto se resuelva en la pista, no en los despachos. Pese a lograr su clasificación sobre 1.000 metros, el parragués cree que su K-2 puede ser competitivo en 500, como demostraron en una regata previa al Europeo, en la que estuvieron muy cerca de Rial-Craviotto.