Avilés, I. URÍA

Segundo García, carrilero derecho del Avilés entre 1987 y 1995, hace una pausa en su ajetreada vida laboral para hablar del club blanquiazul, del que guarda un recuerdo imborrable. El carreñense rememora con cariño las temporadas en Segunda, el vestuario y el amor de la ciudad por los colores, aunque confiesa que hace tiempo que dejó de ir al campo a ver a un equipo en el que echa de menos una mayor estabilidad. «Tranquilidad y tiempo» son las claves, según el ex jugador, para que el Avilés vuelva a ser parecido al que fue.

-¿Quién le trajo al Avilés en 1987?

-Raúl, el entrenador. No es un extraño para nadie en el mundillo del fútbol, y conocía y conoce a todos los futbolistas.

-¿Qué características de su juego cree que le gustaron a Raúl?

-Me distinguía por la tenacidad, por el esfuerzo y la disciplina. Eso a él le pudo gustar. Era un entrenador con mucha ética, y a nivel profesional estaba muy cualificado tanto dentro como fuera del campo. Hizo la base de un Avilés que duraría los siguientes años.

-En la actualidad cuesta encontrar un técnico como él, que tenga tanta influencia y durante tanto tiempo en un club.

-Cuesta muchísimo. Para mí, es importante que un entrenador siempre esté respaldado por una directiva estable y con un proyecto largo. No valen a corto plazo, tienen que ser proyectos a medio o largo plazo. Hoy día se puede ver en los equipos más representativos del fútbol asturiano que si la directiva es estable, seria y tiene las cosas claras es más sencillo que se llegue a objetivos deportivos. Son necesarios tranquilidad y tiempo.

-¿Qué significaba en su época fichar por el Real Avilés?

-En aquel momento a mí me sirvió para volver a demostrarme a mí mismo que podía seguir desarrollando mi juego. Era un club, lógicamente, con menos recursos o potencial que el Real Oviedo, entidad de la que yo procedía, pero se vivía muchísimo el fútbol. Hicimos un buen grupo en el vestuario; eso fue, en mi opinión, lo que nos dio el éxito en el campo. Cuando llegué, había jóvenes que llevaban varios años, y alrededor, un puñado de futbolistas con ilusión y ganas de conseguir objetivos. A esa combinación se le dio tiempo, y yo creo que es lo que dio tan buen resultado.

-¿Considera que vivió la época dorada del club?

-Fueron años muy buenos, los dos en Segunda y los otros seis en Segunda B, casi siempre en los puestos altos de la clasificación. Había buen ambiente y buen fútbol.

-¿Cómo vivía la ciudad el día a día del equipo?

-El Suárez Puerta se quedaba pequeño y cuando nos fuimos a Llaranes, al Muro de Zaro, en Segunda, lo mismo. Mucha gente joven seguía al equipo. El club había mantenido la base de la fusión del Avilés y el Ensidesa y la completaba con jugadores asturianos. Era una política acertada, e incluso con medios muy limitados o precarios lográbamos éxitos. No disponíamos de los campos que tienen hoy; teníamos lo justo.

-¿Cuál es su mejor recuerdo?

-Me quedo con la gente, el grupo que formamos, la piña que hicimos. El compromiso que había y la responsabilidad.

-En sus ocho años de experiencia en el Avilés conoció ni más ni menos que a cuatro presidentes, algo impensable hoy día.

-Con José Manuel y Frana vivimos los mejores años, pero también recuerdo a Lloriana y a Tomás Medina (fallecido recientemente). Es otra de las cosas que han cambiado mucho en el fútbol. No había sociedades anónimas y los equipos pertenecían al pueblo. Si la afición estaba descontenta, lo podía cambiar, no como ahora, que sabes que hay más intereses detrás.

-¿Qué suponía jugar en Segunda?

-Era una gran ilusión, aunque yo ya había jugado en esa categoría con el Real Oviedo. Fue una experiencia con mil anécdotas. Viajábamos los viernes de noche, en colchonetas, en un autobús, llegábamos a la ciudad que fuera por la mañana, entrenábamos, jugábamos el domingo y luego vuelta al autobús para entrenar otra vez el lunes, en Avilés. Una paliza.

-¿Cuándo fue a ver al Avilés por última vez?

-Hace muchos años. Cuando era entrenador, lo seguía con mayor frecuencia, pero ahora estoy más apartado del mundo del fútbol.

-¿Qué sensación le produce el equipo en la actualidad?

-La situación es muy desilusionante. Con muy poco enganche o atractivo para la afición. Pasan por momentos complicados. Si lo sigues en los medios, ves que hay problemas casi a diario.

-En su opinión, ¿qué cambio necesita el Avilés para devolverle su brillo original?

-Contar con gente del fútbol. Hay que lograr que la afición se vuelva a ilusionar con una estabilidad que sólo da la gente que sabe y de casa.

-Algunos históricos del club piensan que una solución para devolver la ilusión sería formar una plantilla en la que la mayoría de los jugadores fueran avilesinos.

-No sé si la ilusión no existe porque no hay suficientes jugadores de cantera o porque la afición no cree en el proyecto de la directiva. Si los socios creyeran en la directiva y en el club por su estabilidad y se le diera tiempo al equipo, quizá tendría más tirón.

-¿Por qué cree que ha desaparecido el amor por la camiseta del Avilés?

-En mi época, después del Oviedo y el Sporting estaba el Avilés. Ahora, un jugador prefiere ir a un modesto, pero es algo que lleva tiempo así.