Avilés, I. URÍA

La desastrosa temporada del Real Avilés se reflejó en todo el equipo, pero en especial se cebó con aquellos jugadores que se habían salvado de la quema la anterior campaña. Es el caso de Mimi, que cerró su quinto año en la casa blanquiazul con la amarga sensación de haber destacado más por sus cuatro expulsiones que por el silencioso pero efectivo juego que le puso en el candelero el curso pasado. El cangués, en la actualidad el jugador que más años lleva en la plantilla blanquiazul, negocia una renovación que de romperse le podría situar en la órbita de, entre otros, el Cudillero, o incluso algún conjunto de Segunda B.

-¿En qué punto están las conversaciones con el Avilés?

-La renovación está parada. Hace días que no sé nada de los responsables del club. No llegamos a un acuerdo la última vez que hablamos; esperaba que revisaran el contrato. Supongo que nos reuniremos pronto, cuando nos citen para pagarnos el mes que nos deben.

-¿Quedarse en el Avilés es su primera opción? ¿Tiene otras ofertas?

-Nada me gustaría más que seguir en el Avilés. Me fastidiaría tener que marcharme a otro equipo. Algo hay, en Tercera y también de Segunda B.

-¿Qué sabe del nuevo entrenador, Roberto Robles?

-Lo conozco de vista, pero no he hablado con él. Por lo que he oído, entiende mucho de fútbol y es buen «paisano», pero no sé más.

-Acaba de finalizar una temporada que se podría definir como complicada y extraña para el equipo.

-La última temporada ha sido bastante mala, en comparación con la del año pasado, en la que jugué todos los partidos excepto tres, dos de ellos por sanción, y uno, por lesión. En ésta casi he pasado más tiempo fuera, por castigo, que en el campo.

-¿Que le expulsaran en cuatro ocasiones es casualidad, o fue una consecuencia más de la mala marcha general del equipo?

-Fue casualidad, pero está claro que la impotencia del equipo también afectó. Al final, todo el mundo se acaba por desmoralizar si ve que en lugar de luchar por estar arriba no tienes objetivos.

-La campaña empezó torcida y nunca se llegó al nivel deseado.

-Empezamos con mala suerte. En Ferrota, en el primer encuentro ante el Hispano, cedimos un empate cuando teníamos que haber rematado el partido. Ya se sabe que lo que mal empieza, mal acaba.

-Los jugadores con más peso en el equipo no rindieron como se esperaba.

-Yo hablo por mí y soy consciente de que no aporté todo lo que debía al equipo esta temporada. Me siento responsable. Nos afectó mucho la marcha de Oli a mitad de campaña, y notamos la lesión de Goyo, porque volvió a jugar, pero no a su nivel.