Oviedo, Á. F.

Periodistas y aficionados se arremolinan a las puertas del Hospital AEK de Budapest. Velan a Felipe Massa, que ayer experimentó su primera gran mejoría desde el accidente del sábado pasado en Hungaroring, cuando un muelle despedido del coche de Barrichello lo golpeó en el casco y le causó daños craneales que obligaron a intervenirlo. «Le hemos quitado la sedación y la respiración artificial. Habla, responde a las preguntas y mueve por sí mismo los brazos y las piernas. Ha hecho grandes avances en las últimas 24 horas». El informe del coronel Lajos Zsiros, cirujano jefe de las Fuerzas Armadas húngaras, es lo más positivo que se ha escuchado de Felipe Massa desde el sábado.

El piloto ya tiene junto a él a su esposa Rafaela, embarazada de cinco meses, y a sus padres, que viajaron desde Brasil nada más producirse el suceso. Ayer acudió a la clínica el presidente de Ferrari, Luca di Montezemolo, y también Rubens Barrichello, brasileño como Massa y piloto del coche que despidió la pieza que terminó por golpear al de Ferrari.

Dino Altmanna, jefe de los servicios médicos del circuito de Interlagos y doctor personal de Felipe Massa, supervisa el tratamiento. Fue él quien confirmó que aún no han podido examinar el estado de la visión de Barrichello y que, por tanto, era demasiado pronto para saber si sufría o no daños oculares.

Ferrari ha desplazado a su personal de comunicación al hospital para controlar las decenas de medios de comunicación que se han apostado a las puertas del hospital, junto a numerosos aficionados que no han dejado de mostrar su apoyo al piloto.

Que Massa no correrá en Valencia es un hecho y probablemente tampoco lo haga en unas cuantas carreras. Desde Ferrari nadie se ha pronunciado, ni siquiera han avanzado el nombre de la persona que se sentará en el coche rojo para la siguiente carrera. Los médicos dan muchas posibilidades de total recuperación al brasileño. «Es totalmente posible», aseguró el doctor Zsiros en una comparecencia.