Todos creen saber de política, fútbol y toros. De lo primero no hablaremos, ya lo han hecho ustedes bastante durante este tiempo con la misma suerte. De las dos últimas partes, lo haremos largo y tendido con orden, cronología y datos fehacientes. Tanto Eugenio Prieto como Manuel Lafuente, dos de los ex presidentes del Real Oviedo, hicieron una serie de declaraciones a LA NUEVA ESPAÑA los pasados miércoles y viernes de la presente semana que para nadie pasaron desapercibidas y a las cuales yo quiero sólo referirme con argumentos, «sin descalificación ni falacias», pero con realidades. La gestión de ambos fue catastrófica para el Real Oviedo, pero pasemos a desglosarla: Para empezar, don Eugenio, lo mismo que Curro Romero, fue capaz de lo mejor y de lo peor. Varios fueron los polémicos episodios de los que puntualmente informó LA NUEVA ESPAÑA durante los últimos años de su mandato:

24 de enero de 2001: El Real Oviedo pide un polémico préstamo a Cajastur por valor de 1.500 millones de pesetas. Celso González fue el autor del aval para la obtención del crédito poniendo en garantía los futuros ingresos del club. El préstamo iría orientado, entre otras cosas, a la obtención de un videomarcador valorado ¡en 220 millones de pesetas! que todavía se sigue pagando.

28 de abril de 2002: LA NUEVA ESPAÑA informó cómo el Real Oviedo realizó pagos a sociedades extranjeras, extrañas, sin domicilio social, intermediarias de los fichajes de jugadores como Martinovic, Tomic, Paulo Bento, Jokanovic, Gamboa, Borrelli, Dubovsky o Juan González. El desembolso sin justificar, según la Hacienda pública, fueron de 700 millones de pesetas mientras existían diferencias entre lo que el Real Oviedo había pagado y lo que afirmaban cobrar equipos como el Partizan.

31 de mayo de 2002: LA NUEVA ESPAÑA publicó un informe realizado en 1996 por el sociólogo urbanista D. Jacobo Blanco Fernández por el que se rechaza la reforma del viejo estadio Carlos Tartiere, así como la creación de un nuevo estadio dentro de la ciudad de Oviedo, recomendando la creación de un estadio en terreno privado de Llanera. Ése era el comienzo del intento de gestación del proyecto Asturias CF, tratando de fusionar el Real Oviedo y el Sporting de Gijón. ¡Brillante idea! ¡Coño, nos intentaban cambiar el ruedo!

24 de junio de 2002: El diario LA NUEVA ESPAÑA hizo pública la existencia de un informe del auditor Rafael de Guindos por el que el club ya se encontraba en quiebra desde el año 1994, dado que se perdieron en ese ejercicio 473 millones de pesetas mientras que sólo se declararon 73 millones. El tiempo demostró que eso sólo era la punta del asta.

26 de junio de 2002: Tal como informó LA NUEVA ESPAÑA, Eugenio Prieto no se presentó a la junta general de accionistas dimitiendo como presidente del Real Oviedo y dejando el equipo en Segunda División y una deuda de 6.000 millones de pesetas.

La mano larga, tras tantos años de mandato, te hacían seguir controlando, desde la barrera, el ámbito deportivo de la institución. Poco a poco se está reorganizando la parcela deportiva del Requexón con gente que, cuando menos, son tan oviedistas como los que había, que trabajan en una misma línea, no para sus intereses personales, y con sólo un objetivo: que desde los prebenjamines salgan futbolistas para el primer equipo bajo un modelo similar al Barcelona -«jugar de memoria»-, sabiendo que para dar sus frutos tardarán un tiempo. Actualmente, los «proyectos de futbolista» asturianos escogen otros equipos que compiten en superior categoría para integrarse en sus categorías inferiores y ése es el resultado de su pasada gestión.

Como usted dice, los denominados «activos de futbolistas», como Cazorla, Mata, Míchel, Omar y otros tantos y tantos jugadores, que usted tenía muy valorados contablemente, se marcharon del Real Oviedo gracias a otra gestión brillante del señor Lafuente al ser incapaz de retenerlos. Nada que ver con el actual consejo.

Habría que hacer un monumento a quienes han mantenido el Requexón, mejorándolo notablemente, aun con el equipo fuera de la Liga de Fútbol Profesional, durante estos últimos siete largos años. El ritmo de inversión durante los últimos tres no ha sido más que para tapar los boquetes dejados por ustedes. Estoy seguro de que una vez que se consiga llegar a la LFP tanto el Requexón como el Real Oviedo volverán a ser una máquina de generar futbolistas.

Desgraciadamente, el toro pasó la mayor parte del tiempo viviendo el tercio de muerte, con un torero totalmente entregado a la causa: cinco años sin pagar a Hacienda, una deuda de 6.000 millones de pesetas aumentada y transformada posteriormente en un convenio de acreedores que pesará sobre el club durante muchos años, una visa Oro con un límite de 5 millones de pesetas al mes bien conocida en todo Oviedo y parte del extranjero; fiel reflejo es la cantidad de restaurantes, locales de hostelería y varios que figuran en el convenio de acreedores, con los que podría hacerse una ruta gastronómica internacional comparable a la «guía Michelin»; así como un montón de muletazos más que herían de muerte al toro. En resumidas cuentas, poner nada y sacar todo lo posible.

Afortunadamente, el respetable no vio morir al Real Oviedo y el toro escapó de las manos del torero. No saliste a hombros, sí por la puerta de atrás, pero en el momento en que el club vuelve a tener estabilidad sales a la arena para presumir de tus faenas y dar lecciones; pero de fútbol y toros todo el mundo sabe. Lo bueno del tiempo es que aporta y quita credibilidad a algunos, pero lo que no sabíamos era que también les estaba quitando la memoria.

Siguiendo el orden cronológico, le toca el turno a don Manuel Lafuente, que, al igual que Rafael de Paula, tendría que salir escoltado por la Guardia Civil, de no ser porque vale más caer en gracia que ser gracioso.

26 de junio de 2002: En la junta ordinaria de accionistas, Manuel Lafuente «dice hacerse» máximo accionista del Real Oviedo con la compra del paquete accionarial de Celso González por un euro, afirmando que es independiente y ajeno al anterior máximo accionista.

27 de junio de 2002: Según entrevista en LA NUEVA ESPAÑA, Manolo Lafuente hizo unas declaraciones, tras la junta de accionistas en la que se proclamó máximo accionista, afirmando que no había que desconfiar de Celso González. En esas mismas páginas se informaba de que el nuevo máximo accionista reconoció, ante los aficionados allí presentes, la existencia de un contrato privado entre Celso González y Manolo Lafuente para la venta de sus acciones por un euro, pero no quiso hacer público el contenido del mismo. En bien poco valorabais el Real Oviedo.

9 de julio de 2002: En declaraciones a LA NUEVA ESPAÑA Lafuente admite que el dinero del préstamo de Cajastur se destinará a levantar los avales de Celso González por valor de 1.500 millones de pesetas. Cual buen peón de confianza, recibías al morlaco de acuerdo a las instrucciones del maestro.

18 de julio de 2002: Tras la presentación por parte del alcalde del «plan Sarmiento» por el que se ponía como condición el trato de Celso González como un acreedor más, el presidente Manolo Lafuente rechazó públicamente la entrega de «sus» acciones a dicho plan e indicó a LA NUEVA ESPAÑA que «el plan del Alcalde para la deuda de Celso no es el mismo que el mío». La faena continuaba por los derroteros previstos.

Junio de 2003: Tras una nefasta planificación deportiva en la que se incorporaron jugadores de bajo rendimiento como Engonga, Idiakez, Dorronsoro y Jonathan, se obtuvo el descenso deportivo a Segunda B. Según LA NUEVA ESPAÑA, en la junta ordinaria de accionistas presentaste un déficit en el ejercicio 2002/2003 de 1.000 millones de pesetas. Y luego vienes a dar cursos de «economía de guerra».

1 de agosto de 2003: Tras no haber conseguido fórmulas económicas para hacer frente a la deuda con la plantilla, se firma, bajo tu presidencia, el descenso administrativo a Tercera División por impagos. Con la cantidad de traspasos que teníamos para hacer, y a los que tanto se refería Eugenio Prieto en su entrevista de esta semana.

1 de septiembre de 2003: El club decide suprimir a la mitad de los equipos de categorías inferiores, además de matar al Vetusta, realizando un acuerdo de filialidad poco fructífero con el Pumarín dejando escapar todas las joyas de la cantera; eso es ejemplo de buena gestión: ni luz, ni agua, ni ná de ná, como cabe recordar. Es difícil gastar lo que ni se tiene ni se alcanza a conseguir, clásico en un mal maletilla, que debe arreglarse con lo que encuentra o le dejan encontrar.

Febrero de 2005: Celso reclama judicialmente las acciones del club. Lafuente recurre la recompra argumentando que firmó un papel en blanco, semejante justificación no se le ocurre «ni al que asó la manteca». Se perdió la confianza entre maestro y peón, ellos sabrán por qué. Quizás el peón se imaginó maestro y topó con la cruda realidad.

Julio de 2005: En el juicio, tras conocer el contenido del acuerdo privado firmado entre las partes, acuerdo que Lafuente reconoció existir pero cuyo contenido nunca quiso hacer público, el juez declara a Manolo Lafuente titular fiduciario de las acciones de Celso González, o sea, «testaferro» de éste.

No siendo capaz de matar al toro, dejó heridos a sus compañeros de consejo con sus propias banderillas. Ahora no le miran demasiado bien, al igual que ocurriera con el torero De Paula en una ocasión en la que fue escoltado hasta el juez por la Guardia Civil sencillamente por no querer matar a un toro porque «le miraba mal».

Es difícil entender que este torero, docto economista, aunque anticipadamente jubilado para dar un trincherazo a sus responsabilidades, no sepa leer ni recordar lo que él mismo había firmado intentando, una vez más, confundir al respetable. El convenio se está cumpliendo escrupulosamente, dado que «la comisión formada por varias personas que tienen la obligación de reunirse anualmente para comprobar y verificar los derechos de los acreedores y nunca se ha convocado» la tienen que convocar las partes integrantes de la comisión, no habiéndose recibido hasta el día de hoy ningún tipo de notificación al respecto. Tampoco recuerdo traspasos recientes. Ahora bien, si de lo que se trata es de apuntillar, fomente usted la posibilidad de denunciar el convenio de acreedores, a ver si por fin logra lo que tanto persigue, que es que las mulillas saquen a rastras al toro.

Actualmente, en Segunda B, su convenio de acreedores le cuesta al Real Oviedo casi 60 millones de pesetas al año, y luego dice que se gasta mucho. ¡No! La diferencia está en que éstos lo pagan.

Resumiendo sus faenas, entre los dos generaron 7.000 millones de pesetas de deuda, tres descensos de categoría en dos años, cota difícil de igualar, sin costaros una peseta y, además, ambos con la montera boca arriba. ¡Vamos, por favor!

Vistas sus pasadas declaraciones, está claro que viven muy distanciados de lo que realmente quiere la afición, que, según datos publicados por el club, actualmente se compone en más del 50% por abonados que se dieron de alta en los últimos tres años. Y lo que dicha afición quiere no es otra cosa que abrir ventanas para airear la sala en lugar de levantar las alfombras para descubrir lo que hubo en el pasado. Pero lo que no pueden hacer, señores Prieto y Lafuente, es que tras habernos hecho vivir la época más bochornosa de la historia del Real Oviedo, por culpa de su nefasta gestión, todavía quieran dar lecciones y tengamos que seguir viéndoles la cara en la prensa. La memoria colectiva es corta, pero no tanto.

Esperemos que estas declaraciones que nos hemos encontrado en LA NUEVA ESPAÑA no pertenezcan a una nueva maniobra de desembarco auspiciada políticamente por los que ya les utilizaron en el pasado, todos ellos de la misma divisa.

A los actuales gestores, con sus aciertos y sus errores, el Real Oviedo les cuesta dinero, no tienen tarjetas ni móviles de club, ni viajan por cuenta del club y no le prestan a éste servicios remunerados. Vienen al club a servir, no a servirse, gobernando legítimamente, invirtiendo dinero y comprando acciones a precio real. Sería absurdo pensar que vienen a robarse a sí mismos. Agua pasada no mueve molino, sois parte de la historia del Real Oviedo.

Actualmente, el Real Oviedo está al día de pagos y se están cumpliendo los convenios derivados de una deuda que ustedes generaron. No intenten confundir a la opinión pública, que son ustedes los únicos culpables de la situación actual. Amén de los contratos no respetados por su apoderado, el presidente regional.

Les doy un consejo: o se suman al carro de ver al Real Oviedo en el fútbol profesional lo antes posible o mejor devuelven su carné de abonados del Real Oviedo.

Y es que, como decía el mítico torero Rafael Gómez, «Las broncas se las lleva el viento y las cornadas se las queda uno». Señores ex presidentes: los aficionados de verdad, los de solera, les ruegan que no den más cornadas al Real Oviedo.

Cállense, dejen trabajar en paz y que el Real Oviedo siga su suerte.

¡Hala Oviedo!