Se ha convertido en un futbolista sin término medio. Xabi Alonso, centrocampista del Real Madrid, completó en el derbi frente al Atlético uno de sus mejores partidos con la camiseta blanca y ha atizado el debate entre partidarios y detractores. El madridista se crece cuando Pellegrini le libera de su corsé defensivo, como demostró frente a los colchoneros y como evidencia con la «Roja», pero ve lastrado su fútbol cuando se tiene que aplicar en tareas defensivas en función del compañero que tenga al lado.
Xabi Alonso (Tolosa, Guipúzcoa, 1981) está atado de pies y manos por el sistema de juego. A medida que el corsé del esquema de juego se afloja, el tolosano adquiere más brillo. El Real Madrid desembolsó por él 30 millones de euros para que llevara el peso del equipo en el centro del campo; para que sacara a relucir su personalidad y la aplicara al juego del equipo en una zona por la que han pasado en los últimos años con más pena que gloria futbolistas como Diarrá, Pablo García, Gravesen, Emerson y Gago. La idea a priori es que el centrocampista vasco impusiera la jerarquía adquirida en una liga tan exigente como la inglesa y en un equipo histórico como el Liverpool. Allí llevó los galones durante 5 años y, sin embargo, en el Real Madrid se los ha puesto en contadas ocasiones desde que llegó el pasado verano.
Lastrado por la estructura del equipo, que carece de extremos puros que se desmarquen para recibir en largo, Xabi Alonso no ha dado la talla en los partidos en los que más exigencia ha tenido el Real Madrid esta temporada. Todo cambió el domingo en el Santiago Bernabeu en el derbi frente al Atlético. Pellegrini había ensayado cuatro días antes con un centro del campo inédito en el que colocó a Gago al lado del tolosano. Las cosas les fueron de maravilla a los blancos, con un primer tiempo arrollador que desembocó en la goleada al Getafe. La fórmula se repitió frente a los colchoneros en el Bernabeu con unos resultados igualmente espectaculares en el segundo tiempo. Xabi Alonso abrió el camino de la remontada, lanzó un pase de tiralíneas para que Arbeloa anotara el segundo y, en el otro lado de la moneda, cometió un penalti absurdo que permitió al Atlético maquillar el resultado. El centrocampista vasco, por primera vez, acaparó unánimes elogios por echarse el equipo a la espalda y levantarlo hasta la remontada.
¿Cuál ha sido el motivo de esta catarsis? Con Gago en posiciones más tácticas para cubrir huecos y también con un marcado perfil defensivo para recuperar la pelota, Xabi Alonso se siente más cómodo que cuando tiene a Lass a su lado. Es decir, con un jugador que le cubra las espaldas, pero que también tenga sentido a la hora de jugar la pelota, Xabi Alonso puede adelantar su posición en el terreno de juego e irrumpir con cierta frecuencia en posiciones más ofensivas. Le sucede igual en la selección cuando Sergio Busquets le cierra por detrás. Con la «Roja» Xabi Alonso se despoja de esas ataduras que por sistema tiene en el Real Madrid y muestra su verdadero potencial, ese mismo que le llevó a conquistar con el Liverpool una Liga de Campeones.
Su gran problema es que en el Real Madrid se bloquea. Antes de que Lass entrara en el túnel, se estorbaban y tampoco termina de acoplarse a jugadores como Guti o el mismísimo Kaká -ahora lesionado-, con quien no llega a conectar. Su área de influencia tampoco llega a los delanteros como cabía de esperar de un lanzador, porque la principal virtud de Xabi Alonso es que es un futbolista capaz de mover al equipo tanto en distancias cortas como en el pase largo, como el que lanzó a Arbeloa a lograr un gol de crack, el segundo frente al Atlético.
El ciclo de cartulinas amarillas que le impedirá jugar la próxima jornada contra el Racing permitirá a Xabi Alonso llegar más fresco y despejado al gran clásico del 10 de abril contra el Barcelona. Ahí el centrocampista vasco se volverá a encontrar con un partido grande en el que deberá ratificar que su catarsis es positiva o, por el contrario, que su transformación ha sido flor de un día.