Requejo (Salas),

V. DÍAZ PEÑAS

Bernardo Velázquez es un hombre de río. Conocido como Lalo el de Requejo, fue el pescador que el pasado sábado logró sacar el campanu de la presente temporada. A sus 83 años, es uno de los ribereños más veteranos del Narcea. Lleva más de 65 años dando varadas y cuenta que en un camión no entrarían todos los salmones que ha pescado a lo largo de su vida. En todo este tiempo muchas cosas han cambiado. Hay menos salmones, hay más pescadores y el río ha dejado de ser un medio de vida para convertirse en un espacio de ocio y deporte. Lalo es la historia viva de la pesca.

El de Requejo empezó a pescar hace casi setenta años. Su familia aprovechaba la proximidad del río para pescar truchas. A él le dio por el salmón, algo que, en principio no gustó mucho en una familia que creció pegada al Narcea. «Vi que con el salmón se podía sacar dinero. Fui andando yo solo pescando truchas y salmones. Digamos que nadie te enseña, porque el pescador no quiere compañero. El primer año saqué seis salmones», recuerda el ribereño. Entonces no se pescaba a cucharilla, sino a debón. La mosca tampoco era muy usual, pues únicamente la utilizaban los que las sabían elaborar.

Como explica el pescador que se hizo con el campanu de este año, eran otros tiempos para la pesca. Entonces apenas había pescadores en los ríos y era raro encontrarse con alguien. «Hoy hay mucha gente en los ríos», asevera el ribereño. Pero no sólo había menos pescadores, también había muchos más peces. «Había muchísimos salmones. En el primer día de pesca de la temporada se llegaban a sacar hasta 18 salmones. Era impensable que el día de apertura no se pescara. Hoy en día apenas hay salmones. No quedan nada más que piedras. Si hubiese la tercera parte de los salmones que había nos daríamos con un canto en los dientes», comenta.

El actual estado de la pesca en los ríos asturianos no le es ajeno a este experto ribereño. En su día hubo muchos vecinos que pudieron pagar los estudios de sus hijos gracias al río. Hoy en día apenas hay salmones. La temporada pasada se registró el menor número de capturas de toda la historia. Algo que hizo encender las señales de alarma. Para Lalo, el descenso de salmones en los ríos asturianos se debe, en gran parte, a la pesca en alta mar. «Lo primero que hay que hacer es regular la pesca en la mar. De poco vale que los pescadores no pesquemos en el río si se continúa pescando en los mares. Lo mismo da que nos limiten el número de capturas. Si hay pocos salmones es porque se pescan en la mar y no vuelven a los ríos», argumenta.

Lalo señala al cormorán como otro de los principales enemigos de esta especie emblemática de Asturias. También piensa que hay que cuidar el río y vigilarlo de manera más intensa, pues de lo contrario el salmón no se recuperará. «El cormorán se come todo. Hay que cuidar los ríos y también hay que aumentar la vigilancia. Antes los guardas estaban todo el día y ahora casi no se los ve», comenta.

¿Y respecto a la pesca sin muerte? Bernardo lo tiene claro: «No vale para nada. No sabemos hasta qué punto un salmón se puede recuperar después de ser sacado del agua. Lo importante es cuidar el río», concluye.