Gijón, Víctor RIVERA

Es cierto que no se prodiga demasiado. Y quizá tampoco sea eso lo que se espera de él. Diego Camacho Quesada (Madrid, 3-10-76) marca goles que le dan la vida al Sporting. En las dos temporadas que lleva en Gijón, el centrocampista madrileño ha cantado dos tantos. A cual más decisivo. El último fue el que firmó en La Rosaleda con un afortunado cabezazo que sorprendió a Munúa tras ser desviado por la espalda de Apoño. Un gol que perfectamente puede valer una permanencia.

Como la valió el que le marcó al Valladolid en Zorrilla en la penúltima jornada de la temporada pasada. Aquella vez, a la trascendencia del tanto se le sumó el valor añadido de la belleza. Diego Camacho se encontró un balón suelto en la frontal del área y no se lo pensó. Según le venía conectó un remate a bote pronto que dejó impávido a Sergio Asenjo.

Este año no ha sido fácil para el futbolista madrileño. La llegada de Rivera redujo sensiblemente su cuota de participación, aunque recuperó protagonismo tras la marcha de Míchel al Birmingham City inglés. Cerca ya de los 34 años que cumplirá en octubre, el futuro es incierto para un futbolista que termina contrato con el Sporting. Camacho siempre tuvo el sueño de jugar en Inglaterra y es seguro que en la categoría de Plata del fútbol español no le faltarán pretendientes.

En su primer año en el Sporting, el madrileño fue toda una revelación que sorprendió a la afición dando consistencia al juego rojiblanco. Su gol en Málaga ha encarrilado la permanencia, pero ante lo apretado del final de Liga es posible que aún se necesite otro tanto milagroso.