Cristiano Ronaldo dos Santos Aveiro ya tiene licencia para mostrar su disconformidad, ante miles de espectadores, por las acciones de sus compañeros que considera erróneas. Ya les puede regañar, actitud que hasta hace un mes se le reprochaba. La tripleta de goles que marcó en Mallorca, la declarada dependencia que tiene el equipo para ganar los partidos más complicados, le ha garantizado el aplauso de sus colegas, del cuerpo técnico, dirigentes y medios informativos. Cristiano, el jugador más caro del mundo, por su traspaso y su salario, comienza a ser considerado como inversión rentable, lo que vendría a bendecir la teoría de Florentino Pérez, presidente madridista, quien aplica al fútbol lo que considera soluciones empresariales

Cristiano nació en Funchal, isla de Madeira, y su padre, utilero del modesto club Andorinha y gran admirador de Ronald Reegan, le bautizó con el nombre del mediocre actor de Hollywood y discutido presidente de Estados Unidos.

Con 10 años comenzó a mostrar sus condiciones singulares y el Club Deportivo Nacional de su isla lo incorporó a la cantera. Esta sociedad contrajo deudas con el histórico club lisboeta Sporting y para saldarlas concedió el pase del juvenil Cristiano, a quien costó muy poco triunfar.

Con 18 años debutó en partido de fase previa de Liga de Campeones en el puesto de su admirado Luis Figo. Pasó rápidamente a la selección sub-21, en la que triunfó junto a Hugo Viana. Scolari, seleccionador nacional portugués, no dudó en incorporarlo rápidamente a la selección A.

La carrera deportiva del jugador fue, aunque sea topicazo, meteórica. El Manchester United tardó poco en hacerse con sus servicios. Allí estuvo seis temporadas en las que ganó trofeos como la «Bota de oro», el «Balón de oro» y la «Fifa World Player», de carácter internacional. También en 2008 fue designado mejor jugador de la Liga inglesa. Al tiempo, en su país fue galardonado como «Portugués del año». Con el Manchester ganó tres ligas, una Copa de Europa y un Mundialito de Clubes.

Cristiano costó al Manchester 17,9 millones de euros y lo traspasó por 96 al Real Madrid. Florentino le aseguró el contrato de seis campañas por 13 millones de euros limpios en cada una de ellas. Es el futbolista mejor pagado del mundo, pero a los aficionados madridistas el dinero ya les parece bien gastado dado el rendimiento que está dando al equipo.

Cristiano pertenece al grupo de futbolistas cuya imagen publicitaria vale millones y de ahí que sea cartel de Nike y Armani. Su última aparición en una pasarela ha sido luciendo bañadores y el entorno madridista ha considerado meritorio que marcara paquete. Desde el punto de vista publicitario es una mina. Tanto como lo fue Beckham, quien se pagó parte importante de su traspaso y salarios anuales con el porcentaje que cedía al club en los contratos. Con el portugués existe un convenio similar.

El futbolista es, sin duda, el mejor del mundo en la gran virtud de correr velozmente con el balón en los pies hacia la portería contraria. No hay nadie que pueda sujetarle cuando se embala. Algún entrenador ha tenido la idea de colocarle un marcador implacable, pero todos acaban muertos de cansancio y sin poder seguir su ritmo. La solución, alguna vez, ha sido ponerle un secante y otro esperándole en la salida del regate. En Mallorca, en el tercer gol se libró de tres en muy escaso terreno.

Una de sus grandes cualidades es jugar con ambos pies con casi idéntica calidad técnica. En el Bernabeu ha recuperado para el espectáculo el saque de libre directo con la fórmula de la «folha seca», disparo que hizo famoso el doble campeón del mundo, el brasileño Didi, quien no pudo triunfar en el Bernabeu.

El Madrid no tiene que procurarse un sistema de juego característico. Le basta con buscar a Cristiano Ronaldo en todo contraataque. Los balones largos en los que puede entrar en carrera con el adversario suelen acabar en problemas para el portero contrario. En Mallorca fue Sergio Ramos quien desde la banda opuesta le buscó y surgieron los goles.

Los jugadores del Madrid parece que pueden limitarse a cumplir con su misión lo más dignamente posible sin preocuparse en exceso de la victoria, que dejan en propuesta de Cristiano, para quien comienzan a jugar sin ningún recato.

Cristiano tiene fama dentro del club y entre sus compañeros de poseer carácter ganador. De no contentarse con el juego mediocre y buscar la victoria por encima de todo. Ha sido el único futbolista del equipo que ha afeado el juego del conjunto. En los campos de entrenamiento se sacrifica como el que más. No es la estrella que racanee en la preparación, como han hecho otros virtuosos, y especialmente su casi homónimo el brasileño Ronaldo.

El astro portugués da ejemplo de sacrificio en los entrenamientos y de ahí que pueda lucir abdominales propios de un gimnasta. Vive en la urbanización más cara de los alrededores de Madrid y está, inevitablemente, destinado a ser carne de papel cuché. Será envidiado y, presumiblemente, poco aplaudido en los campos adversarios, aunque en Mallorca sí se ganó a los espectadores. Tiene imagen de pijo, pero en el campo se justifica. Si el Madrid ganara la Liga se la debería en un 50 por ciento a él. El otro alto porcentaje corresponde a Casillas. Y Kaká, bien, gracias.