Sabe qué es lo divertido de ser rico? Que pulsas un botón y ocurren cosas. Esta observación, tan profunda como sutil, de Gary Cooper en la película «El secreto de vivir» (Frank Capra, 1936) puede servir para explicar la abrumadora superioridad del Barça y del Madrid en este campeonato de Liga. Los aficionados no sabemos muy bien si Barça y Madrid tienen deudas o no, si están empeñados hasta las cejas o no, si son una ruina económica que sólo aguanta en pie porque estos equipos sirven de opio para el pueblo o si Barça y Madrid son un negocio rentable también en euros, si la venta de camisetas es un camelo o si de verdad es una mina de oro. Quién sabe. En todo caso, Barça y Madrid son equipos ricos. Por eso Joan Laporta y Florentino Pérez pulsan botones y ocurren cosas.

Ocurre que se va Eto'o y llega Ibrahimovic. Ocurre que el Madrid está deprimido después de tanto fracaso y llegan Cristiano Ronaldo, Kaká, Benzema, Xabi Alonso y bla, bla, bla. En el Sporting, por ejemplo, no pasan esas cosas. Por mucho que Vega-Arango pulse un botón, no pasa casi nada. Si hay suerte, viene Rivera y hace un temporadón. Pero puede llegar Lola y lesionarse. El Sporting depende, sobre todo, del botón de Mareo, que es como la Masía pero sin poder permitirse el lujo de toparse con un nuevo Messi en la lejanísima Argentina. No es lo mismo pescar en el barrio de Roces que en las canchas argentinas en particular o del mundo en general. ¿Es, entonces, así de sencillo? ¿Lo divertido de ser el Barça o el Madrid es que pulsas un botón y llegan los mejores jugadores del mundo? ¿El Barça busca otro delantero descomunal, pulsa un botón y llega Villa? ¿El Madrid quiere un Xavi, pulsa un botón y llega Cesc? Sí, a veces es así de sencillo. En las largas travesías futbolísticas, es importante ser rico y pulsar botones para que pasen cosas, pero también es importante tener buenas reservas de ron.

El ron fue la bebida preferida de corsarios y marineros en los siglos XVII y XVIII, hasta el punto de que Cromwell llegó a instaurar la ración de ron para los marineros de la Armada inglesa. El ron resistía las largas travesías en barco sin degradarse, así que era una excelente alternativa al agua y a la cerveza. Además, el ron era una bebida barata, aunque con efectos secundarios que a veces provocaban peleas y faltas de disciplina. La alimentación de los marineros europeos que viajaban al Caribe consistía en bizcocho duro, galletas y carne. Las provisiones de carne eran saladas, para que se conservaran lo mejor posible en un clima cálido, pero eso provocaba sed. Como el agua potable que transportaban los barcos era escasa, el ron servía para aplacar la sed de la tripulación. Los grandes equipos de fútbol que viajan al Caribe en busca de azúcar, café y tabaco (es decir, dulces, aromáticos y adictivos títulos) cargan en sus bodegas muchas barricas de ron para aplacar la sed de sus jugadores. El ron de los títulos, el ron de las primas por ganar títulos, el ron de ser siempre noticia y, sobre todo, el ron de la fama. Ese ron que permite hacer feliz a un niño firmando un papel y que hace posible comer en los mejores restaurantes sin reservar mesa. Ese ron, a diferencia del agua, no se degrada. En fútbol, el agua sólo es milagrosa cuando sale de la botella del masajista en pleno partido.

El entrenamiento produce tanta sed como la carne salada. Beber ron futbolístico, es decir, disfrutar de la posibilidad de ganar títulos, de primas, atención y fama es una buena manera de aplacar esa sed. Es cierto que el abuso del ron puede llevar a peleas e indisciplina, como demuestra el caso de Ronaldinho en sus últimos años en el Barça, pero si uno tiene la cabeza bien puesta como Messi o Xabi Alonso, puede pasar muchos días en un barco en busca del título de Liga. Así que es bueno poder pulsar un botón y que pasen cosas, pero también es necesario tener una buena reserva de ron que haga que unos jugadores jóvenes, guapos y ricos se embarquen varios meses con destino al Caribe. Esta temporada, después de una durísima travesía y con las bodegas llenas a rebosar de puntos, o bien el Barça tendrá que conformarse con ser segundo o bien el Madrid tendrá que asumir ser subcampeón. Y eso da mucha sed. ¿Qué hacer? Comprar más ron. Y, luego, pulsar el botón para que ocurran cosas. Cosas como Villa o como Cesc.