Montmeló (Barcelona),

D. ORIHUELA,

El Circuito de Cataluña es estos días el centro del mundo del motor y gestionar un Gran Premio de Fórmula 1 no es nada fácil, pero en Montmeló llevan 20 años de experiencia. El 24 de septiembre de 1991, y bajo una lluvia torrencial que provocó imágenes como pilas de neumáticos flotando por la pista, se inauguró el circuito barcelonés. Desde ese momento, y con un grupo de entusiastas tirando del carro, hasta hoy, cuando se celebre una nueva edición del en Gran Premio de España de Fórmula 1, la evolución ha sido tremenda.

Durante el fin de semana de carrera trabajan en las instalaciones de Montmeló seis mil personas que tienen que lograr que todo funcione a la perfección para convencer a los cien mil espectadores que se esperan para hoy. En total a lo largo del fin de semana, incluida la jornada del jueves a pesar de que los coches no salieron a la pista, se superarán con creces los 200.000 visitantes. La venta de entradas, según fuentes del circuito, se había incrementado hasta ayer en un 10 por ciento respecto al pasado año, con 19.200 localidades vendidas el jueves y 33.860 el viernes. Si se suma el millar largo de representantes de los distintos medios de comunicación de todo el mundo la masa de gente que se mueve por el circuito es gigantesca. Hay 500 periodistas de prensa escrita, 150 fotógrafos y otros 400 representantes de las distintas televisiones, y todo ello atendido por un departamento de prensa que el fin de semana de Gran Premio pasa de las tres personas con que cuenta habitualmente a medio centenar.

La mayor parte del personal del circuito se ocupa de tareas de seguridad y control en las tribunas, puertas, padock, pit lane o en el exterior de las instalaciones y en las zonas habilitadas como parking. En este departamento trabajan más de 500 personas, de las que 300 son oficiales de pista, los encargados de sacar las banderas durante la carrera. Son voluntarios que trabajando de este modo pueden entrar al circuito de manera gratuita durante todo el año. La cualificación exigida pasa por aprobar un examen de oficial de pista.

El Gran Premio de España, el quinto del calendario y el primero en Europa de la temporada, tiene este año el atractivo especial de que es la primera vez que Fernando Alonso corre en casa después de fichar por la escudería Ferrari. Este hecho puede hacer subir el número de entradas pero no hasta los niveles del año 2007, cuando vieron la carrera en directo 140.700 personas y el total de aficionados que acudieron al circuito durante el fin de semana llegó a 354.700.

El 2007 fue el año récord de Montmeló. A partir de ahí la crisis económica ha hecho mella en las carteras de la afición y el año pasado el domingo de carrera sólo se alcanzaron los 92.430 espectadores. Ayer, durante la clasificación, se pudo ver algo muy significativo: la tribuna cubierta, en la línea de meta, tiene muchos asientos libres. Las entradas para esta zona del circuito oscilan entre los 428 euros, si se compraron antes del 30 de noviembre del año pasado, y los 535 que cuestan ahora. Y eso que los precios se han reducido respecto a años anteriores. Una vuelta por el circuito permite ver que la pelouse, con entradas que antes de noviembre costaban 88 euros y ahora han subido hasta los 110 euros, está abarrotada. La crisis no quita afición y el público acude a Montmeló, pero se lo piensan dos veces a la hora de comprar sus entradas y en la inmensa mayoría acaban optando por las más baratas.

Con las entradas, el consorcio que gestiona el circuito barcelonés y que está participado por la Generalitat de Cataluña, ingresa entre 12 y 15 millones de euros, pero el señor Bernie Ecclestone, el mandamás del circo, cobra 10 millones por dejar a Montmeló organizar el Gran Premio.