La segunda parte fue otra cosa porque la revelación sportinguista de la temporada, Lora, multiplicó las revoluciones. El madrileño, ayer de nuevo en posiciones adelantadas, enseñó el camino a sus compañeros. Primero con un remate venenoso que cruzó todo el área para perderse junto al poste derecho de Joel. Y nueve minutos después, con un pase de lujo al que De las Cuevas hizo los honores con un buen remate. Ujfalusi, que acababa de sustituir a Valera, no llegó a tiempo para evitar el disparo mortal de su ex compañero.

Cuando parecía todo hecho, el Sporting se volvió a parar. Contemporizó demasiado y dio la oportunidad de levantarse al Atlético, que seguía con la cabeza en otra parte. Si llegó el empate fue más por dejadez local que empeño visitante. Tras un saque de banda largo de Cabrera rechazado por la defensa, Jurado metió el balón en el área, hacia Ibrahima, que acomodó su corpachón para batir a Juan Pablo desde cerca.

Faltaban veinte minutos, pero nadie se inmutó. El Sporting, porque los transistores traían buenas noticias. Y el Atlético, porque no estaba en su ánimo hacer sangre. Los últimos minutos se consumieron a título de inventario, aunque Diego Castro intentó emular a Soldado con una medio chilena que acabó mansamente en manos de Joel. Estaba la situación tan controlada que Preciado se permitió el lujo de hacer los tres cambios en los últimos cinco minutos.

No hubo ni siquiera lugar para la incertidumbre. La última oportunidad fue para De las Cuevas, que antes de marcharse ovacionado estuvo a punto de hacer el segundo. No hizo falta. La unificación de horarios permitió certificar, sobre las once menos diez de la noche, que el Sporting seguiría un año más en Primera División. Y eso, sin entrar en el cómo, son palabras mayores.