Montmeló (Barcelona), D. O.

Los seguidores asturianos de Fernando Alonso tienen motor para rato. Sus horarios son demoledores pero lo llevan con pasión y alegría. El grueso de la expedición, más de mil personas, está alojado en Pineda de Mar. Desde allí saldrán hoy a las ocho de la mañana para acudir al circuito. Viajan en diez autobuses que los llevan a Montmeló y allí pasarán el día en la ya conocida internacionalmente como «la grada de los asturianos», la tribuna N del recorrido. Una vez concluida la prueba, con el subidón de ver a Alonso en el podio o sólo con la pasión de haberle visto con su Ferrari a casi 300 kilómetros por hora, pero nunca decepcionados, se irán caminando hasta Parets del Vallès, donde les esperan los autobuses. De allí a casa y a contar a los amigos lo impresionante y apasionante que es esto de la Fórmula 1.

Ayer fue el día de las fiestas. Los asturianos llegaron al circuito a primera hora de la mañana, vieron los entrenamientos libres, las clasificatorias y luego se fueron a su espicha. A las siete y media de la tarde abandonaron el prao con sus autobuses y tomaron rumbo a Pineda del Mar. Un ratito en el hotel, cena y a seguir la fiesta en una discoteca donde les habían organizado una noche especial. Así que ellos aguantan lo que haga falta. El sol de justicia que ayer provocó más de una quemadura, la lluvia que también apareció en forma de orbayu, que duró apenas unos minutos pero se sumó a la fiesta, y lo que ocurra hoy. Como si caen chuzos de punta, allí estará la marea azul para animar a Alonso, haga lo que haga el piloto, para ellos siempre estará bien.