París, E. P.

El Barcelona acabó con el maleficio de París, ciudad en la que perdió las finales de 1991 y 1996, al ganar a Olympiacos la final de la Euroliga.

Con un juego espectacular, que anuló por completo al proyecto multimillonario de los griegos, los azulgrana dominaron el partido con autoridad. Ricky Rubio impregnó una velocidad inusual al juego y ahogó al conjunto griego, mientras que entre Mickeal y Navarro se asociaron para empezar a marcar las primeras diferencias, y Fran Vázquez evidenciaba de nuevo tener un lugar en la selección -y más sin Pau Gasol- haciéndose el dueño de los tableros.

Salvo el triple inicial de Kleiza, todas las ventajas fueron para los azulgrana, que firmaron un primer cuarto espectacular en cuanto a intensidad y acierto. De nada sirvió que Schortsanitis intentara imponer la fuerza bruta; la noche parisina iba a ser para el Barça.

El 47-36 del descanso dejaba las cosas claras pero en la reanudación se vieron los peores minutos del Barcelona, que sin embargo supo rehacerse cuando un intenso Ricky Rubio desplegó su juego para ganar la partida a Teodosic.

Al llegar al último periodo, el Barça puso a los tiradores en pista para no pasar apuros. No sólo lo logró sino que la incrementó y Olympiacos bajó los brazos. El golpe de gracia lo dio Navarro con cuatro puntos seguidos de tiros libres tras personal y técnica de Kleiza.

De momento, este Barcelona ha ganado ya la Euroliga y la Copa del Rey, mientras que en la ACB se ha asegurado ya el liderato y afrontará el play-off con la intención de repetir el triplete de 2003, cuando ganaron todo lo que jugaron, y de seguir así la estela del equipo de fútbol la pasada campaña.

Para redondear la noche, Juan Carlos navarro era elegido el Mejor Jugador (MVP) de la final -primer español que lo consigue- y Xavi Pascual se convertía a sus 37 años en el técnico más joven en ganar la principal competición continental por clubes.