Montmeló, D. ORIHUELA

Los aficionados asturianos empujaron a Fernando Alonso hasta el segundo puesto del GP de España. Y no sólo los asturianos, pues a ellos se sumaron los procedentes de toda España para componer la gigantesca marea azul que tiene su epicentro en la tribuna N de Montmeló y cuya onda expansiva se extiende por todo el graderío.

Al final, el circuito catalán logró remontar tras dos años de drásticos descensos en el número de asistentes. Ayer había en Montmeló 98.113 personas. No se llegó a la barrera psicológica de los 100.000, pero se superó con creces al del año pasado, cuando el domingo de carrera asistieron 92.000 aficionados.

Un pequeño porcentaje de estos espectadores, que se podría contar por miles pero que aún son una pequeña parte del total, tuvieron la suerte de conocer más a fondo el gran circo que se monta para una carrera. Son los invitados VIP que tienen los equipos y las empresas. Ellos tienen acceso al paddock y ven la carrera desde unos palcos, los pisos box, en los que les colman con todo tipo de atenciones.

A las ocho de la mañana los autobuses de los asturianos ya estaban en la AP7 camino de Montmeló desde Pineda del Mar, donde se alojaron. A las once el circuito estaba hasta la bandera y al inicio de la carrera, a las dos de la tarde, cada uno estaba en su sitio. Cuando el semáforo se encendió el «Circo» empezó a desmontarse y a las ocho de la tarde, bajo una molesta lluvia, los operarios de los equipos desmontaban el tinglado que hoy mismo comenzarán a montar en Mónaco, donde el domingo se celebra la prueba más glamurosa del calendario.