Declaración de principios, por si alguno no lo sabe. Nací en Polaciones, donde nace el río Nansa, hace 67 años. Me creo una persona tolerante, salvo en dos cosas. Me siento orgulloso de ser español y soy muy radical contra los nacionalismos y, sobre todo, con aquellos que matan en nombre del pueblo vasco y los melifluos que no se mojan en una condena contundente.

Soy cántabro y casi asturiano, de las antiguas Asturias de Santillana. De la tierra de Beato de Liébana, ideólogo de los Reyes de Asturias en el inicio de la Reconquista. Aprendí a bailar a los sones de la gaita y el tambor y la tonada del Presi marcó mi infancia. Para mí, no hay puente de Unquera.

No es de extrañar, por lo tanto, que mi equipo del alma sea de siempre el Racing y que mi segunda opción no sea, como es habitual, el Madrid o el Barcelona, sino el Sporting de Xixón. Así lo vengo expresando desde hace años en los medios de comunicación, tanto mi afición al Sporting como mi amor por Asturias. Todo ello me ha granjeado un cariño de los asturianos que me abruma y me emociona.

Hace cinco meses, las peñas sportinguistas me otorgaron el mayor honor al que podía aspirar: «Gesto sportinguista del año». Fue entonces cuando, ante cientos de sportinguistas, como si fuese una premonición y sabiendo que el último partido de Liga sería Racing-Sporting, dije que esperaba para ese día a un Sporting salvado o en la UEFA y que, si al Racing le hacía falta, los jugadores de Preciado saliesen al campo después de comer un cocido lebaniego y beber unos chupitos de orujo de Liébana.

Y en esas estamos. Un Sporting salvado y un Racing en caída libre.

Estoy seguro de que me vais a creer lo que digo. Si la situación fuese al revés, el Racing salvado y el Sporting jugándosela, el Presidente de Cantabria estaría el domingo en El Sardinero con la bufanda del Sporting y animando a vuestro equipo, como un miembro más de esa Mareona ejemplar.

Por eso me creo en el derecho moral de pedir a la afición de Sporting que el domingo se desplace a Santander que venga a animar a mi equipo. ¡Hoy por mí, mañana por ti!

Y que nadie me interprete mal. No me dirijo al entrenador, amigo mío, ni a los jugadores. Me dirijo a los aficionados.

Mi intención hace un año era acudir a El Molinón en el último partido, donde el Sporting se jugaba la permanencia, para apoyar a vuestro equipo camuflado en la Mareona. Ese día tuve que presidir con Su Majestad el Rey el Día de las Fuerzas Armadas, que se celebró en Santander. Sustituí mi presencia con una carta de apoyo.

Como si tuviese el destino en contra, el próximo domingo, a la hora del partido Racing-Sporting, siete de la tarde, estaré despidiendo en Parayas a Van Rompuy, Durão Barroso, Felipe Calderón y José Luis Rodríguez Zapatero, como clausura de la Cumbre Unión Europea-México, que tendrá lugar en Comillas.

Llegaré al Sardinero en la segunda parte del encuentro. Para entonces, espero que en el campo ya se haya oído el grito de ¡Racing!, ¡Racing! de las gargantas de los asturianos.

Como sé que esto va a ocurrir, vaya por delante mi gratitud y mi cariño. Una deuda con el pueblo asturiano, eterna y que será recompensada en todo lo que me quede de vida.

¡Viva Cantabria! ¡Puxa Asturies!