Gijón, N. A.

El viaje tenía todos los ingredientes para ser considerado de placer. Un destino atractivo -Santa Cruz de Tenerife-, un grupo de jóvenes eufóricos tras conseguir el objetivo de la permanencia y la posibilidad de poner punto y final a la temporada haciendo lo que más les gusta: jugar al fútbol. Pero todo se torció desde el principio.

Poco podría sospechar el Sporting B cuando el calendario dictaminó que se enfrentarían al filial del Tenerife en la última jornada de Liga. Hasta que un volcán islandés se interpuso en su camino. Ya en el viaje de ida, los jugadores se vieron obligados a emprender el desplazamiento a Madrid en autobús. Una vez en la capital, tuvieron que esperar a la madrugada para viajar a Tenerife.

En la isla el asunto pareció mejorar con la victoria por cero a uno gracias al gol de Aitor. Todo volvió a torcerse al emprender el viaje de vuelta. Las cenizas del volcán volvieron a hacer de las suyas y los futbolistas han estado dos días sin saber cómo podrían regresar a casa. Sus compañeros Carlinos y Borja Navarro, que se quedaron en Gijón por acumulación de amarillas, desconocían ayer al mediodía qué ocurriría con sus compañeros.

Finalmente, los aeropuertos canarios abrieron sus puertas ayer y el equipo pudo aterrizar en Barajas cerca de las 8:30 de la tarde. Una vez allí, nuevos problemas. Las maletas perdidas y la imposibilidad de encontrar enlaces con Asturias llevaron a la expedición a personarse en la oficina de reclamaciones. La rápida gestión desde Mareo posibilitó que un autobús de la compañía Alsa recogiera al equipo en Barajas y lo trajera de vuelta a Gijón. Al fin en casa, tras un maratoniano viaje de vuelta.