El Sporting ha madurado, ha ganado en empaque y se ha hecho un señor equipo. Un año después de aquella milagrosa permanencia alcanzada con unos números de Segunda, el Sporting es más Sporting. Aquel equipo alocado, alegre y feliz ha dejado paso a un bloque compacto, que ha asimilado que, cuando no puedes ganar, lo importante es empatar. Por la vía del empate, el Sporting sumó este año trece puntos que fueron un tesoro, vistas las circunstancias. Para dar este cambio, fue necesario que el equipo se fortificase atrás echando el cierre a la portería de Juan Pablo. A cambio hubo que pagar un caro peaje. El Sporting acaba el curso como el tercer equipo menos goleador de la categoría (36). La temporada que se cerró con el trámite de El Sardinero queda marcada por la sorprendente adaptación de Lora al lateral derecho, el acierto pleno de la secretaria técnica y la espléndida madurez que ha alcanzado Diego Castro. También hubo lunares, como la marcha de Míchel, que dejó tras de sí un frío y largo invierno, o el bajón de los últimos dos meses.

- Empates, todo o nada. El Sporting ha pasado de terminar la temporada anterior con un solo empate en todo el ejercicio a ser uno de los reyes de las tablas, con trece igualadas. La importancia de estos empates reside tanto en los trece puntos que sumaron los rojiblancos como en los que dejaron de contabilizar sus rivales.

- El pleno de De Dios. Uno de los grandes triunfadores de la temporada es el director deportivo, Emilio de Dios. El Sporting tuvo un acierto pleno en los fichajes. Juan Pablo, Botía, Gregory, Rivera y De las Cuevas fueron determinantes en la buena trayectoria rojiblanca. De Dios ha puesto el listón muy alto, pero se ha ganado un voto de confianza para Sangoy y Ayoze.

- Delanteros con anosmia. Si el Sporting no alcanzó una situación más acomodada fue por la anosmia, o pérdida de olfato, de sus delanteros. La «doble B» sumó nueve goles -5 Bilic y 4 Barral- una aportación pobre para un equipo que precisa de sus goles. No es de extrañar que los rojiblancos acabaran el curso como el tercer equipo que menos goles (36) marcó de la competición, por delante de Deportivo (35) y Espanyol (29).

- Mediapuntas con mucho gol. Ante la sequía de los delanteros, la responsabilidad anotadora del equipo recayó sobre la segunda línea. Diego Castro fue el mejor artillero, con diez tantos, eso sí, tirando los penaltis, mientras que Miguel de las Cuevas acabó con ocho muescas en su revólver, incluida una de libre directo. Desde la derecha, Luis Morán aportó cuatro goles más, los mismos que Barral.

- El pleno de Juan Pablo. El portero leonés fue otra de las sorpresas agradables del campeonato. Durante meses se codeó con los más grandes en la clasificación de menos goleados. Ganó muchos puntos para el Sporting y fue, junto a Casillas, Valdés, Aragoneses, Munúa y Diego López, uno de los seis jugadores que disputaron todos los minutos de la Liga.

- Permanencia más barata. La voracidad de Barcelona y Real Madrid dejó mucha menos carnaza para los equipos modestos. Esto hizo que la permanencia se abaratase considerablemente con respecto a otras temporadas. De hecho, el Sporting se salvó con 40 puntos, dos menos de los 42 con los que descendió el Betis la temporada pasada. El Málaga de Muñiz se libró con 37.

- El adiós a Míchel. El traspaso de Míchel al Birmingham City en el mercado de invierno sumió a Rivera en el absoluto abandono. Tras el amago de Michu, llegó Lola para aportar poco. Preciado tuvo que recuperar entonces la mejor versión de Diego Camacho.