La final de la Liga de Campeones en Madrid será, entre muchas otras cosas, el reencuentro de Louis Van Gaal con José Mourinho, uno de sus discípulos más aventajados que fue uno de sus asesores en los tiempos remotos en los que ambos trabajaban en el Barcelona.

"Es una posibilidad de volver a ver un amigo, creo que haremos una conferencia de prensa conjunta", dijo Van Gaal con vistas a su reencuentro con el portugués.

Los dos se parecen en muchas cosas. Ambos viven obsesionados con sus respectivos sistemas, ambos estudian al detalle al rival que tienen que enfrentar. Y uno de los dos obtendrá en la final de Madrid lo que hasta ahora sólo había logrado Ottmar Hitzfeld que es ganar la Liga de Campeones con dos equipos distintos.

Van Gaal ya la ganó con el Ajax y ahora, en su primer año en el Bayern, puede sumar su segundo triunfo. Mourinho conquistó la Liga de Campeones con el Oporto y ahora tiene la oportunidad de volverla a conseguir con el Inter tras haberlo intentado durante varios años infructuosamente con el Chelsea.

El holandés quería el reencuentro y, en general, los jugadores del Bayern preferían como rival al Inter que el Barcelona. En esa preferencia no había ninguna animadversión personal sino más bien mucho de respeto.

Mourinho, en cambio, no ha ocultado que hubiera preferido como rival al Olimpique Lyon y que le hubiera gustado ver a su maestro en otras condiciones.

Dos estilos diferentes

Si bien es cierto que hay semejanzas entre los dos entrenadores -empezando porque ambos son personalidades poco comunes lo que les hace estar constantemente en la mira de los medios- no es menos cierto que entre los dos hay una clara diferencia en cuanto a la forma de concebir el fútbol y en su temperamento.

Van Gaal hace poco resumió en una frase buenas partes de la diferencia entre los dos entrenadores. "Él entrena para ganar, yo entreno para jugar un fútbol atractivo y ganar. Mi camino es más difícil", dijo el holandés.

Mourinho, en busca del éxito, normalmente procura maniatar al rival a través de una disposición defensiva hecha a la medida de la víctima de turno.

La posesión del balón no parece importarle demasiado al portugués pero sí parece interesarle que, cuando su equipo lo tiene, lo ponga lo más rápidamente cerca de la portería contraria.

Van Gaal, en cambio, es un fetichista de la posesión de pelota. El Bayern hace circular el balón más que casi cualquier otro equipo esperando el momento en que algún jugador quedé en posición de acercarse a la portería contraria, bien a través de una acción individual o a través de una combinación.

Al margen de esas diferencias, que hacen pronosticar que muy probablemente sea el Bayern quien lleve la iniciativa en el Camp Nou, hay otro detalle en que se parecen y es que el libreto que ambos le imponen a sus jugadores es de una precisión minuciosa.

Una frase que repite Van Gaal hasta la saciedad es que cada jugador debe jugar dentro del orden. Es decir, en la zona del campo al que el holandés lo ha destinado dentro de la cual puede tomarse algunas libertades.

Pero el jugador del Bayern que en un ataque de creatividad abandone su jurisdicción suele terminar los partidos en el banquillo, así haya acumulado méritos suficientes como es el caso de Arjen Robben.

Mourinho también tiene una obsesión por el orden y aunque con ello piensa ante todo en el defensivo, las jugadas de ataque también responden a un libreto preciso.

De cara al duelo del Bernabéu tal vez haya una diferencia fundamental: mientras Mourinho parece embarcado en un proceso de divorcio con el Inter, Van Gaal está en su luna de miel con el Bayern.