Barcelona, Javier GIRALDO

Cuando Quini llegó al Barça, allá por junio de 1980, los periódicos deportivos se editaban en blanco y negro y se preparaban para relatar, qué remedio, un nuevo fracaso de la selección en la Eurocopa. Treinta años después, otro delantero asturiano, David Villa, que ni siquiera había nacido cuando el Brujo fichó por el Barcelona, ha aterrizado en Can Barça dispuesto a ser el Quini del siglo XXI, a todo color y a ser posible, como campeón del mundo.

El Guaje vivió ayer su primer gran día como barcelonista. Más de 25.000 personas, un Molinón entero, le dieron la bienvenida en el Camp Nou. No faltaron las banderas asturianas ni pancartas con el «Bienvenido, Guaje» con la Cruz de la Victoria y el escudo culé. En Barcelona, destino de tantos jugadores criados en Mareo, hay quien dice que su fichaje es el tercer título del Barça este año. El primero, la Liga. El segundo, dejar a Florentino Pérez en blanco.

En el palco, mientras Villa saludaba a la afición (y de paso, estrenaba la nueva equipación del Barça, ribete amarillo en el cuello de la camiseta, pantalón granate), una familia numerosa vivía un día memorable. Encabezados por su padre, Mel, orgulloso patrón del barco, objeto de enhorabuenas y felicitaciones; un puñado de asturianos de la cuenca se hacía fuerte en el palco del Camp Nou, territorio habitual de corbatas y políticos, de canapés y de burguesía catalana, convertido durante un buen rato en la embajada de Tuilla. Una imagen para recordar.

No la olvidarán Vicente, Ángel, Yoana ni Víctor, cuatro amigos de David que viajaron a Barcelona en coche para poder decirles a sus nietos que ellos vieron en directo al Guaje en su primer día en el Barça. Vicente es el capitán del Tuilla, de Tercera División, y curiosamente el único que no llevaba bien visible su procedencia. Los periodistas catalanes aún se preguntan de dónde ha salido esa bufanda azul y blanca que lucían Ángel y Yoana -la del Tuilla- o esa camiseta roja de la peña David Villa que llevaba Víctor. «Cuando acabe todo esto, de vuelta para Asturias. Esperemos tener un viaje más tranquilo en la vuelta». En la ida, a la altura de León, se pararon a auxiliar a un coche accidentado. Con David se quedará Patricia, su mujer, y sus dos hijas, Zaida y Olaya, un poco impresionadas ante tanto jaleo en el Camp Nou. Se acerca el Mundial y a Villa apenas le quedan un par de días libres, en Ibiza, antes de concentrarse en Las Rozas el próximo lunes.

Desde que se anunció oficialmente que Villa jugaría en el Barça, las comparaciones con Quini se han convertido en conversación habitual por las calles de la ciudad. «El Mundo Deportivo», que recordaba que los futbolistas asturianos han marcado 384 goles en el Barça, titulaba: «Ahora, Villa, ahora» una de sus páginas. «Firmaría ser como el Brujo. El cariño que desprende entre todos los aficionados del mundo, como persona y como futbolista, es impresionante», explicó David durante su multitudinaria rueda de prensa, satisfecho ante la oportunidad de seguir los pasos de sus dos grandes ídolos, Quini y Luis Enrique. «Seguro que ellos están muy contentos de que pueda enfundarme por fin esta camiseta». Luis Enrique, poco amigo de actos sociales, no pudo saludarle en persona durante la presentación. Su Barça Atlètic se juega hoy ante el Poli Ejido la opción de subir a Segunda A. «Pero ayudará a David en todo lo posible, eso seguro», aseguran desde los vestuarios de la Ciudad Deportiva de Sant Joan Despí.

No fue fácil acercarse a Villa en sus primeras horas como jugador del Barça. El club, referencia internacional, se ha convertido en un escaparate descomunal que atrae a periodistas y aficionados de todo el mundo. En el epicentro se ha colocado un chaval de Tuilla que ya vende camisetas (la tienda oficial despachó ayer una buena cantidad con el dorsal «7») y que sigue emocionándose cuando ve una bandera de Asturias, aunque sea en el túnel de vestuarios. «David, ¿te importa hacerte una foto con la bandera?». Cómo no. Con Laporta, con la camiseta del Barça y, sobre todo, con la bandera. Suerte, Guaje.