Oviedo, Mario D. BRAÑA

Un año después de rearmar al Madrid para plantar cara al tricampeón, con una inversión de 250 millones en futbolistas, Florentino Pérez cree haber encontrado a su anti-Barça: Mourinho. El entrenador portugués ha estado varias veces en los últimos años en la órbita madridista, pero los acontecimientos recientes han precipitado los movimientos. Manuel Pellegrini saldó su temporada en blanco mientras José Mourinho conducía al Inter a los títulos de Liga y Copa italianas y a la Liga de Campeones. Conquistó ésta, además, en el Santiago Bernabeu, donde vetó la llegada del Barcelona, al eliminarlo en semifinales.

Los hechos más recientes parecen dar a entender que Mourinho le tiene tomada la medida al Barcelona. Sin embargo, el balance de los enfrentamientos de los equipos del portugués con el Barça en las seis últimas temporadas dan una ligera ventaja al equipo azulgrana. Como se puede observar en el gráfico adjunto, el Barcelona desequilibró la balanza esta temporada, gracias a sus dos victorias frente al Inter, por un empate y una derrota. Eso sí, el único tropiezo (3-1 en San Siro) le costó la final del Santiago Bernabeu.

Los choques Mourinho-Barça, tanto con el Chelsea como con el Inter, han sido muy equilibrados. La mayoría se han saldado con empates o victorias mínimas, salvo en el citado de la ida de las semifinales de esta temporada, o en el de vuelta de los octavos de final de la Liga de Campeones de la temporada 2004-05, que acabó 4-2 para el equipo londinense. Aquella eliminatoria, con Rijkaard en el banquillo y Ronaldinho en el campo, se resolvió en Stamford Bridge con un polémico gol de Terry tras una falta a Valdés que no señaló el italiano Collina.

A partir de ahí, cada reencuentro con Mourinho alteró el pulso del barcelonismo. A la temporada siguiente, también en octavos de final, el Barça se tomó la revancha y Mourinho atizó el fuego por una expulsión de Del Horno que condicionó la ida en Londres (1-2). El bombo europeo propició un tercer duelo consecutivo Barça-Chelsea, aunque sin tanta tensión, al producirse en la fase de grupos. Aun así, fueron otros dos partidos cargados de tensión que dieron una pequeña alegría a Mourinho, al relegar al Barça al segundo puesto.

Tras dos años de respiro, en parte por la salida del portugués del Chelsea, la rivalidad Mourinho-Barça ha regresado esta temporada con ración doble. Y el duelo se ha resuelto con una de las características que define la carrera profesional de José Mourinho: perdió tres batallas contra Guardiola, pero ganó la guerra. Su carrera triunfal el miércoles 28 de abril por el césped del Camp Nou, con el dedo índice de su mano derecha levantado, resumen el éxito de un hombre que se alimenta de los mayores retos.

El siguiente será hacer un equipo campeón de un Real Madrid que acaba de cumplir su segunda temporada consecutiva en blanco. Si añadimos las tres últimas de su primera etapa en la presidencia, Florentino Pérez lleva cuatro años sin trasladar sus aires de grandeza a las vitrinas del Bernabeu. Por eso, Pérez ya había decidido hace tiempo rendirse en brazos de José Mourinho. Incluso antes de que se consumara el segundo puesto en la Liga, Pellegrini estaba sentenciado. Agotada la vía de los jugadores, el presidente madridista lo apuesta todo al banquillo, aunque de momento Mourinho avisa: «Será un enorme desafío jugar una Liga contra el Barcelona porque es un equipazo», según declaró ayer en una televisión portuguesa.

Florentino Pérez busca en Mourinho lo que ha dado al Inter y, en su momento, al Oporto y el Chelsea: control absoluto del vestuario y un rigor táctico que convierte a sus equipos en rivales más o menos vistosos, pero siempre incómodos. Su trayectoria como entrenador demuestra que no hay un Mourinho monolítico. Llevó al Oporto a lo más alto en Portugal y en Europa con planteamientos muy conservadores, que sacaron el máximo rendimiento de una plantilla modesta y un proyecto de estrella llamado Deco. En el Chelsea, con un equipo formado a golpe de talonario, Mourinho mostró su faceta más versátil. Según lo requiriese el partido, el equipo inglés se convertía en una fortaleza inexpugnable o daba rienda suelta a su arsenal ofensivo, con hombres como Drogba, Joe Cole, Gudjohnsen o Lampard. Finalmente, en el Inter, Mourinho ha vuelto a ser un entrenador eminentemente práctico, favorecido por la mentalidad italiana. El técnico luso ha jugado casi siempre a partir de un teórico 4-3-3, pero sus jugadores, incluso tan ofensivos como Diego Milito y Eto'o, se han puesto al servicio de un bloque basado en un gran portero y una defensa hermética.