Oviedo, J. M. MATUTE

El Staples Center de Los Angeles abrirá sus puertas en la madrugada del viernes a una nueva final de la NBA. Pero no a una final cualquiera, sino a la final entre los equipos más mediáticos y entre los dos más laureados: Lakers contra Celtics. Entre ambos suman 32 títulos (17 los de Boston por 15 los angelinos) y será su duodécima final, con una clara ventaja para los Celtics de 9-2.

Los Celtics ya había ganado el sábado el título del Este al superar por un global de 4-2 a Orlando Magic tras ganar 96-94 el sexto partidos; los Lakers conquistaban en la madrugada del domingo el del Oeste tras imponerse también por un 4-2 global a los Suns tras ganar 103-111 en Phoenix.

La final, como todas las eliminatorias por el anillo, se disputará al mejor de siete encuentros (2-3-2) y los Lakers tendrán ventaja de campo ya que en la temporada regular acabaron un mejor balance de victorias (57-25) que los Celtics (50-32). Un detalle éste de los que ambos sacan conclusiones positivas: los angelinos porque han ganado todos los partidos del play-off que han disputado en casa (tres ante Oklahoma y Phoenix, dos frente a Utha), y los bostonianos porque llegan a la final tras dejar en la cuneta a los dos equipos con mejor balance en la liga: Cleveland (61-21) y Orlando (59-23).

Los Lakers de Phil Jackson fichaban hace dos campañas y media a Pau Gasol para devolver a los angelinos a lo más alto y el español ha respondido al compromiso. Para Gasol será su tercera final consecutiva y lo hace con un papel determinante en el equipo, siendo el segundo jugador más utilizado por el «Maestro zen» (38,8 minutos de media por partido en los play-offs, por los 39,6 de Kobe Bryant), el segundo con mejor media de puntos (20 por 29,4 de Kobe) y el líder en rebotes, con 10,9 por partido frente a 9,5 de Lamar Odom.

La aportación de Pau es tan importante para el equipo que en estos momentos el español es el quinto jugador en valoración de entre todos los jugadores de los dieciséis conjuntos que iniciaron la lucha por el título. El de Sant Boi suma 27,3 puntos y sólo le superan LeBron James (Cleveland, 33,3), Dwyane Wade (Miami, 31,4), Dirk Nowitzki (Dallas, 29,3) y Carmelo Anthony (Denver, 28,0).

Para los Lakers, vigentes campeones tras ganar el título el pasado año ante Orlando, la final que comenzará el viernes supondrá no sólo la ocasión de revalidar la corona sino de tomarse la revancha frente a los Celtics de la derrota de 2008 (4-2), cuando los Garnett, Pierce, Allen, Rondo y Perkins impusieron su mayor carácter e lucha bajo los aros. Pero los Lakers de hoy han ganado en intensidad y garra con la llegada de Ron Artest y, sobre todo, gracias a un Gasol superintegrado y que puede presumir de ser el máximo reboteador de los play-offs (174 balones capturados, por los 155 de «Superman» Howard) y que ha dejado de ser el jugador con (mala) fama de grande pero blandito («Ga-soft») con que llegó de Memphis para convertirse en el mejor pívot de la NBA según el presidente-aficionado Barak Obama.