Vicente Del Bosque, seleccionador español, mantiene la incertidumbre con el equipo que debe levantar el vuelo en el Mundial 2010, el que alineará este lunes ante Honduras con la obligación de ganar para corregir el error del mal estreno ante Suiza (0-1).

El entrenamiento a puerta cerrada de este sábado no ayudó a esclarecer el panorama, pero del Bosque medita la posibilidad de introducir cambios.

Digerida la derrota ante Suiza y asimilados los errores -Del Bosque se los transmitió al grupo en una de las reuniones que han mantenido en las últimas horas-, España comienza a mirar con optimismo a su futuro en el Mundial de Sudáfrica. Con la confianza intacta en su estilo y consciente de que dos triunfos le permiten acceder a octavos de final, los jugadores esperan la decisión del seleccionador sin tensiones.

"Si a cualquier jugador le pides que firme ser suplente y que el equipo gane, todo el mundo firmaría". La frase de Sergio Busquets a Efe define el compañerismo que marca el presente de la selección española. En el extremo opuesto a lo que viven otras selecciones históricamente favoritas como Francia o Inglaterra.

En ese clima, los internacionales españoles pasaron el día entre un suave entrenamiento matinal dentro de las instalaciones de la Universidad del Noroeste, el análisis en vídeo del próximo rival y una sesión vespertina rodeada de amplias medidas de seguridad.

Las vallas que rodean el campo de entrenamiento se cerraron y la amplia presencia policial se multiplicó para evitar que nadie pudiese encontrar un sitio desde donde ver las pruebas de Del Bosque. A la hora de la verdad no fueron tantas. El seleccionador entremezcló a sus jugadores en el partido de entrenamiento.

La buena noticia fue el reingreso de dos jugadores importantes como Sergio Ramos y Andrés Iniesta. Ninguno está al cien por cien. Completaron toda la sesión al mismo ritmo que sus compañeros, pero aún no es segura su presencia en el equipo titular de España ante Honduras.

El fuerte golpe que sufre Sergio en la zona costal, con el que le costó acabar ante Suiza, le ha tenido dos días en manos de los fisioterapeutas y tomando antiinflamatorios. Sus sensaciones tras el entrenamiento no terminan de ser buenas. Para jugar tendría que ser infiltrado. Su casta y las ganas que tiene de disputar un partido decisivo le harán jugar si el cuerpo técnico entiende que el riesgo es mínimo y no tendrá consecuencias a la larga.

En el caso de Iniesta la situación es la misma que en el inicio del Mundial. Cuando todo indicaba a que el seleccionador no forzaría, recién recuperado de un edema muscular, jugó. Llega a tiempo para repetir la jugada tras días a menor ritmo.

Si hay cambios, en la mesa del técnico salmantino están tres nombres: Cesc Fábregas, Jesús Navas y Fernando Torres. Medita la opción de introducir novedades, sin el deseo de dejar señalado a ninguno de los que fueron titulares en Durban.

El mismo sistema

En el entrenamiento entremezcló pero dejó claro que mantendrá el sistema. España no comenzará como acabó ante Suiza, con dos delanteros juntos arriba, y si junta a Villa con Torres será el 'Guaje' el que caiga a la banda izquierda. Esta vez, cada uno jugó en un equipo.

En la medular mantiene el triángulo que estuvo formado en la sesión por Busquets, Xabi Alonso y Cesc. Xavi Hernández es intocable, así que para la entrada de Fábregas el sacrificado tendría que ser el más inexperto, Busquets, y Xabi retrasaría unos metros su posición. La solución sólo está en este momento en la cabeza del seleccionador. El resto, mantiene la incertidumbre.