Oviedo, J. M. M.

Villa se ganó la primera gran ovación del Camp Nou sin llegar a saltar al campo. Guardiola le había reservado y con 3-0 en el marcador preparó la traca final del sábado ante el Sevilla para la última media hora. El Guaje e Iniesta dejaban el banquillo y se acercaban a la cal para ocupar las plazas de Pedro y Bojan. Delirio en la grada. El heredo de los goles de Quini y de la entrega de Luis Enrique se estrenaba como azulgrana.

El Guaje salió pasado de revoluciones, buscando agradar desde el primer momento. Y a fe que lo logró. Guardiola le pidió que se pegara a la banda izquierda para abrir el área a Messi y aprovechar los servicios de Xavi e Iniesta. El «club de los pitufos» (Villa es el más alto de ellos, con 1,75) revolcó a la defensa andaluza y el Guaje iniciaba con un perfecto pase a Iniesta dentro del área la jugada que concluiría con el 4-0 y el «hat trick» del argentino.

«Debutar así es un sueño, mejor que el mejor sueño. No podía pedir otra cosa. Estoy impresionado por el cariño de la gente y quiero devolverles ese cariño con goles», señalaba Villa tras el partido. Y mientras el asturiano echaba flores al equipo («Lo importante es trabajar para el bloque, ganar y que el público disfrute»), Guardiola le devolvía los piropos: «Encajará sin problemas y de una forma rapidísima porque es un jugador inteligente y está muy preparado. Coge el balón y puede ir por dentro o por fuera, pero siempre pensando en el gol. Nos va a permitir alargar el campo y nos va a dar versatilidad para poder hacer muchas cosas», señaló Pep.

Hasta por altura David Villa casa bien en este Barcelona que la noche del sábado firmaba un partido de una calidad impropia de la época agosteña para conquistar el octavo título de la «era Guardiola». De un Guardiola que, además, vio aliviado cómo Messi recuperaba la sonrisa y que dejaba al grandote Ibrahimovic en el banquillo en una silenciosa declaración de intenciones. Pep ha decidido no hablar («por el bien del club») sobre el futuro del sueco, pero el hecho de que éste sólo pudiera saltar al campo para colgarse la medalla al cuello habla bien a las claras de las intenciones del entrenador.

Villa va a dar al Barça la movilidad que no encuentra con Ibrahimovic, un tipo acostumbrado en su etapa italiana a jugar de espaldas a la portería mientras que este Barça siempre mira a la portería de frente. Y es que con gente como Xavi, Iniesta y Messi -y ahora Villa- no puede jugarse de otra manera.

Debutó Villa y el Messi cabizbajo y triste de Sudáfrica volvió a sonreír. Criticó días atrás Palermo al de Rosario porque, según el tronco platense, no había sido capaz de tirar de la albiceleste en Sudáfrica. Pero el problema de Argentina no fue la «Pulga» sino un Maradona incapaz de comprender que Messi está para hacer lo que sabe hacer y no para echarse a ningún petardo a la espalda. Y lo que sabe hacer -desmarque, tiro, llegada, gol...- lo hace como nadie en el mundo. Ejemplo: fiebre del sábado noche ante el Sevilla. El problema de Argentina no fue Messi, sino que tras él no estaba la máquina de Pep.