Lagos de Covadonga,

J. E. C. / P. A.

El gijonés Carlos Barredo se quitó la espina clavada tras su fallida intentona en la etapa de Pau en el Tour de Francia. La primera llegada de la Vuelta 2010 a tierras asturianas acabó con un ciclista de la región en lo más alto y tras la celebración y los abrazos con sus familiares desplazados hasta los Lagos de Covadonga, Barredo no acababa de asimilar su triunfo: «Es algo impresionante. Es increíble ganar aquí viendo continuamente banderas de Asturias. Me acordaba de las etapas épicas del ciclismo con final en esta cima con grandes ciclistas y también he podido estampar mi nombre como ganador». Aunque Barredo reconocía que llevaba toda la Vuelta pensando en dejar su firma en Asturias. «Tossato me decía en la habitación que estaba muy nervioso. Le decía que quería hacerlo bien tanto en los Lagos como en Cotobello por estar en casa, pero también me alegro por el equipo, llevábamos mucho tiempo intentándolo. Después del desfallecimiento de Alcoy, sólo pensaba en esta etapa. Me dediqué a perder tiempo y al final me salió bien la jugada».

Barredo tenía claro el ataque para distanciarse de los escapados, aunque siempre estuvo vigilando las distancias con sus perseguidores: «Cuando vi arrancar a Velits abajo del puerto me sorprendió mucho y llegué a pensar que podía ir realmente fuerte. Después me di cuenta que nadie reaccionaba y arranqué. Luego ya me dijeron que en la Huesera tenía más de 40 segundos con el corredor de Cofidis, sabía que tenía que sufrir y que a partir de ahí me iba a beneficiar el conocer el terreno, pero hasta que no pasé la línea de meta no me lo empecé a creer lo que había conseguido». Esta victoria supone mucho para Carlos Barredo, y más después del sabor agridulce que le provocó la etapa que se le escapó en el Tour de Francia. «Solo pienso en positivo», asegura. «Si me paro a pensarlo fríamente, hubiera sido bueno ganar las dos, pero esta victoria ha sido muy especial y haber triunfado en mi tierra me quedará grabado para toda la vida».