Oviedo, J. I. CASTAÑON

Muchos apuntaban a Ciro Zapico y otros tantos a Martín Álvarez sobre la identidad del corredor que se iba a llevar el triunfo en los 8 kilómetros de la XII Subida al Naranco. No falló la quiniela y fue Martín (Piloña) el que se hizo con la victoria, la segunda tras la de 2008. Menos, muchos menos, contaban con la corverana Vanessa Suárez, del Toscaf Recta Final y preparada por Nayo Villanueva, en lo más alto del podio femenino. Sonaban más Esther Álvarez (tres primeros puestos en la cima ovetense) y la cántabra Cristina Alles (vencedora el pasado año). Pero Vanessa sorprendió a propios y extraños con su victoria. Y eso que no es la primera que logra en el calendario asturiano. Ahí está, sin ir más lejos, la Carrera de Castrillón o la Luanco-Candás en su palmarés.

Si de sorpresas hablamos, a nadie sorprende ya que el Naranco cuente con una legión de seguidores, y ello pese a que su recorrido dista mucho de ser apto para todos los públicos. Ir al Naranco supone sufrir, unos más que otros, pero la peli termina bien pues el atleta popular siempre ve recompensado su esfuerzo con los detalles de la organización del Master Sport, previo pago de 10 euros. No hace mucho sonaba a herejía el «pay per run» y ahora se desconfía de quien no lo hace. En este caso hay consenso de que el pago está bien justificado.

Y consenso hubo entre el grupo cabecero de que la carrera comenzó lenta, aunque para el grueso de los mortales los que se juegan la victoria siempre van rápido, muy rápido, y mienten como bellacos. Martín lo que se dice rápido no es. Es más bien resistente a las pendientes sobre las que se desliza y en verano, aprovechando que su trabajo se lo permite, da riendas a sus instintos depredadores. Se curtió en el Angliru, afinó en la Campa de Torres y explotó ayer en el Naranco, un escenario en el que un potencial ganador como José Luis Capitán entrenaba mientras los demás competían. A Ciro no le van tan bien las subidas como a Martín. Se le recuerda en cross bajando sin freno de mano y poniendo al pelotón en fila de a uno, y en la matinal ayer hubo de claudicar al ritmo de su rival poco antes del avituallamiento del kilómetro 5, tras irse de un grupo en el que transitaban el leonés Guillermo García, Fran López, Enedino García y un Gonzalo Álvarez que iba a subirse al tercer cajón del podio. Martín, una vez logró distanciarse, se limitaba a administrar sus fuerzas y confesaba en línea de meta que tanto ésta como la victoria de 2008 le hacían la misma ilusión.

Por su parte, Vanessa Suárez trazaba una estrategia exitosa. Fue paciente al inicio mientras aguantaba una buena «rueda» como la de Esther Álvarez (Feve Oviedo), que no hay que olvidar es una atleta veterana en los dos sentidos atléticos de la acepción, y apostaba por caballo ganador cuando a la altura de la parrilla Buenos Aires ponía tierra de por medio hasta aventajar a su competidora en casi un minuto, mientras Cristina Alles, vencedora de 2009, era tercera.

«En ningún momento miré para atrás, ni cambié de ritmo. Escuchaba las voces de ánimo a Esther y pensaba que la tenía cerca, lo que me hizo correr más rápido», dijo la ganadora. Una deportiva Esther -que la invitó a sumarse al circuito de cross para que el nivel del atletismo asturiano suba más- se preguntaba de dónde había salido la campeona.

Pues la campeona se formó en el Corvera con Alfonso Rodil, disputó dos campeonatos de España de cross y lo dejó al llegar a COU. La medicina llamaba a su puerta. Y ahora, 15 años después, la doctora Suárez, a la que gusta salir a rodar sin la tiranía del reloj, se reencontraba con su otra gran pasión, con la que se relaja y de la que disfruta: el atletismo. Una pasión por la que bebe también los vientos la mayoría de los 475 corredores que finalizaron ayer la XII Subida al Naranco.