Madrid, M. LÓPEZ

La secuencia no tiene desperdicio. Universidad San Pablo Ceu, Madrid. Casi dos centenares de alumnos aguardan en el aula magna del centro la presencia de los dos protagonistas de la jornada: Gustavo Bueno, filósofo muy ligado a Asturias y Jorge Valdano, director general del Madrid, ambos invitados a una conferencia sobre fútbol y filosofía en el marco del I Foro Félix Martialay que se celebra hasta hoy en la capital española. A la entrada de la coqueta sala, más de una decena de periodistas conciertan la estrategia para sacarle el titular a Valdano. La cosa va de filosofía y la pregunta se adivina obvia. Aparece el argentino y los focos de las cámaras se iluminan, reflejo del que se libra Bueno, a su vera, pero mucho más bajo que él.

«¿Cuál es la filosofía de Mourinho?», dispara uno de los plumillas. «Mourinho conoce el saber fundamental, el ganar», responde Valdano para salir del paso. «Entonces, siguiendo el juego de palabras, la filosofía de Mourinho es?», trata de continuar otro redactor. Y ahí aparece Bueno para cortarle. Se abre paso, alza la mano para llamar la atención a los micrófonos, se los orienta, y espeta: «¿Qué cuál es la filosofía de Mourinho? Pues ninguna. ¿Y por qué tiene que tenerla? ¿Cuál es la filosofía de la luna? Pues ninguna. En democracia todo el mundo se cree filósofo y no podemos entendernos. Y quien pregunta para qué sirve la filosofía y la luna es que es imbécil».

Lo advirtió minutos después José Suárez Arias-Cachero, concejal de cultura del Ayuntamiento de Oviedo, y moderador ayer del coloquio. «De Gustavo (Bueno) aprendí el valor de lo políticamente incorrecto», dijo para su presentación. Y el filósofo, ataviado con una chaqueta verde mucho menos pomposa que el reluciente traje de Valdano, agarró el testigo, se puso de pie, «por razón de estatura» y dejó, como de costumbre, varias sentencias impactantes en un discurso (alternado con Valdano) divertido y tan largo como profundo y reflexivo.

La charla trataba de explicar el fenómeno fútbol en su mayor expresión, su trascendencia social, el por qué de su masivo seguimiento. Y, además, se departió sobre la conveniencia o no de la introducción de más tecnología, sobre la esencia del fútbol, sus normas y su complejidad en un acto de casi dos horas de duración.

Bueno, siguiendo un patrón filosófico, inició su explicación distinguiendo entre el núcleo del fútbol (el juego, lo que acontece en el terreno de juego) y el cuerpo (lo que le rodea, el espectáculo), y planteó la cuestión: «¿Qué tiene que ver lo que pasa en el campo de fútbol con lo que le rodea? Ese es el primer problema filosófico».

Valdano, más corto en sus respuestas, admitió que «todo lo que ocurre en el terreno de juego hacia dentro, en lo esencial, no ha cambiado en los últimos 150 años» y aseguró que se va a morir «sin saber por qué el fútbol provoca lo que provoca». Reconoció que «ha crecido en calidad y cantidad, hay más mujeres e intelectuales en el fenómeno» , crecimiento que atribuyó al componente emocional, clave, según Valdano, para entender la dificultad que supone la explicación del fútbol de masas: «Es difícil llegar a la emoción desde la reflexión».

El director general del Madrid, no obstante, calificó al fútbol como un «juego primitivo y simple», motivo de una de las dos principales discrepancias. Bueno le replicó: «El fútbol, el hecho de jugarlo, es algo artificial», dijo, «tanto como puede ser un soneto». «Hay una organización artificiosa», añadió, «es complejo e ingenioso, crea intriga, y ese es el inicio del estudio». El filósofo no paró de destacar lo artificial del fútbol y la importancia de sus normas: «Las reglas permiten que se trate de una violencia domesticada, al fútbol no se puede jugar sin educación porque es un juego violento que permite aflorar el hecho de que somos primates», dijo.

La segunda confrontación llegó al respecto de la posibilidad de introducir tecnología en el balompié. Para Valdano, innecesaria; para Bueno, irrelevante: «Este deporte es un juego insoportablemente humano. No me parece muy natural porque conserva esa ración de primitivismo o antigüedad?En otros deportes es fundamental la tecnología porque son de otro tiempo», dijo el dirigente madridista. «Para el filósofo, la tecnología, «clave» para su carácter masivo, «no precisa ni perfecciona el juego, simplemente lo mide. Están las normas, que lo dignifican. Si hay más tecnología, mejor, pero es irrelevante». Y puso como ejemplo irónico: «Ya tenemos tecnología en el fútbol, y mucha. Se pueden medir pases, estadísticas, o,- bromeó- cuántos latidos da Casillas sin necesidad de ver a Sara Carbonero».