La fórmula fue sencilla. El Sporting juntó las líneas y salió muy arropado intentando achicar los espacios de la inmensa alfombra azulgrana. Como es lógico, el balón estuvo siempre de parte del enemigo, pero algo no carburaba en la sala de máquinas azulgrana. Los pupilos de Guardiola dominaban los espacios y combinaban con fluidez en zonas sin trascendencia, pero les costaba llegar a la cueva del tesoro.

El Barça tuvo en el primer tiempo un puñado de ocasiones más o menos claras. Villa, que por momentos recordó al de hace unos días en el Calderón, pareció obsesionado. Por suerte para Cuéllar, casi todos sus remates le cayeron al perfil zurdo. El primero con la derecha resolvió el partido.

La oportunidad más clara de los azulgranas la tuvo Iniesta tras un gran envío de Milito desde el centro del campo. El de Fuentealbilla controló y chutó en una acción calcada a la del gol que le dio a España el título Mundial en Sudáfrica. Cuéllar tuvo el acierto que le faltó a Stekelenburg. El portero extremeño se enfrentó ayer a sus viejos fantasmas. El Barcelona le dio la peor noche de su vida un 20 de mayo de 2007, cuando le encajó seis tantos en el Calderón.

Ayer se desquitó y apunto estuvo de amargarle la noche al Barcelona. La receta le bastó al Sporting para aguantar un tiempo. Guardiola, esa especie de gran hermano que todo lo ve y lo analiza, realizó un diagnóstico tan precoz como certero. Leyó la cartilla a sus futbolistas, mandó abrir el campo, le dijo a Villa que se perfilase a la derecha para llegar a posición de disparo con la pierna buena y puso sobre el tapete a Piqué y Pedro.

Cuatro minutos después, Alves entraba por la derecha y sacaba un pase sutil con el exterior hacia Villa. Sastre se quedó enganchado cuando el resto de la defensa salía y habilitó al Guaje que se vio ante una de esas oportunidades que sueña un delantero. La resolvió con la eficiencia con que un oficinista despacha un trámite burocrático.

Ese gol lo cambió todo y de pronto, el resultado empezó a no ser malo para ninguno de los dos equipos. El Barça sumó tres puntos en un partido sin demasiado desgaste y el Sporting regresa con una derrota más que digna ante uno de los mejores equipos del mundo.

El Barça dio inicio a un gigantesco rondo. La mejor forma de defenderse es juguetear con el balón manteniéndolo lejos de su oponente. Los azulgranas se dejaron ir y los minutos fueron pasando, entre una preocupante falta de acción en las dos porterías.

El Sporting no renunció a buscar el empate y mejoró su juego ofensivo con la entrada de De las Cuevas. Hubo alguna salida a la contra que pareció interesante, pero siempre faltó la convicción de creer que se podía superar a Valdés. Es difícil, cuando no se efectúa ni un sólo disparo a portería.

Lo mejor es que el Barcelona ya ha pasado y la jornada ha sido buena para el Sporting. La derrota por la mínima en el Camp Nou es un resultado que firmarían el 75% de los equipos de esta Liga. La jugada ha vuelto ha salirle bien a Preciado que recupera a varios futbolistas para la causa y a otros les da aire.