Mourinho interpretando a Mourinho

La selección española de fútbol ya presume de estrella sobre el escudo, como Rafa Nadal marca con una estrella en el bolsón de las raquetas cada «grande» que consigue. Nueve de momento. Alonso, mago del volante y con las cartas, lleva dibujados en el casco el as de trébol (2005) y el de corazones (2006) en memoria de sus campeonatos. Busca el tercero. Picas o rombos. Hace un mes parecía una quimera. Hoy el asturiano vuelve a mandar en las apuestas y ello a pesar de que todo el mundo coincide en que Red Bull tiene mejores máquinas, pero a manos nadie gana a Alonso.

Mourinho me puede. Podría asegurarles que tengo la libreta -sí, yo también uso libreta, pero es que cada vez se me olvidan más las cosas...- en la que apunto temas que podrían ser objeto de este comentario, pero termino llenándola con las ocurrencias del luso. El entrenador del Real Madrid ha entrado en tal vorágine que «necesita» reinterpretarse a sí mismo. Mourinho ha dejado de ser Mourinho para ser una mezcla de Javier Clemente en lo locuaz, de Louis van Gaal en lo quejica y de Harry el Sucio en las formas. Qué mirada. Miedo da el portugués, como miedo me da que mascando chicle con tal furia un día se muerda y haya que coserle la lengua. Hablaría por los codos... Sí, me puede un Mourinho sin tregua en la crítica y que siempre encuentra una justificación para las victorias del Barça (primero, que si la ayuda arbitral; ahora, que si la dejadez de los contrarios) mientras que no la halla para la falta de puntería de los suyos. Y si Preciado, según razona Mourinho, adultera la lucha por el título por «regalar» el partido ante los de Guardiola, ¿no adultera el Madrid la lucha por el descenso al regalar un punto al Levante?

El exceso siempre llama al exceso, y la tontería, a la tontería. Círculo vicioso y peligroso. Qué pena que el Plus ya no tenga sus monigotes, porque el de Mou daría un juego tremendo. Tan locuaz, tan variado, tan ocurrente. Con esa mirada que hiela. Me puede...

Manuel Busto sumó en Bañolas su décimocuarta medalla en un mundial de maratón, pero en esta ocasión parece que fue más noticia por no ser oro (lleva diez) que por la cuarta plata. Impresionante e irrepetible palmarés el del maliayo, gran palista y mejor tipo, como impresionante es el año del riosellano Walter Bouzán y del gallego Álvaro Fernández Fiuza, que más que primo fronterizo es hermano por proximidad, pues se es también de donde se pace. Bouzán y Fiuza han cosido al oro del Sella el de Bañolas, para mayor gloria de un Kayak Oviedo a quien nadie discute su capitalidad piragüística.