Gijón, Rubén DÍAZ

Cuando Turienzo Álvarez hizo sonar su silbato con intensidad para dar por acabado el partido entre el Sporting y el Real Madrid, lo que no finalizó fue la ardorosísima polémica suscitada por José Mourinho y Manuel Preciado, con su volcánico cruce de acusaciones.

Parecía que una vez solventado el duelo futbolístico y que el entrenador cántabro reconociera en la sala de prensa que sus formas no habían sido las más correctas, aunque en el fondo seguía pensando lo mismo, la página de esta agria disputa verbal entre los inquilinos de los banquillos blanco y rojiblanco ya estaba pasada. Una disputa que tuvo su arranque con las acusaciones vertidas por el entrenador del Real Madrid apuntando que su colega en el Sporting había regalado el partido disputado en el Camp Nou al Fútbol Club Barcelona al alinear a sus reservas, y que prosiguió Manuel Preciado al calificar como canalla a Mourinho y aseverar que, si por él fuera, hubiera ubicado al luso en medio de los ultraboys para seguir el partido del pasado domingo. Pero nada más lejos de la realidad el pensar que aquí paz y después gloria. El siguiente capítulo estaba a sólo un paso de escribirse.

La ubicación elegida fue el aparcamiento del campo municipal gijonés. Un espacio al que los medios de comunicación no tienen acceso y donde el único personal que transita por él son los servicios de seguridad rojiblancos, que velan por la integridad del autobús del equipo visitante y de los vehículos privados de los integrantes de la primera plantilla sportinguista, cuerpo técnico y consejo de administración.

Fuentes cercanas al Real Madrid hicieron circular una versión por diversos medios de comunicación nacionales en la que se asegura que Manuel Preciado perdió por completo los papeles tras caer derrotado por el conjunto blanco.

Según esa versión, cuando el técnico de Astillero se acercó a recoger su coche particular, se dirigió hacia el autobús oficial del cuadro merengue y con un aire desafiante se tocó sus genitales mientras insultaba a diversos integrantes de la expedición del Real Madrid. La cosa no terminó ahí.

Siempre según esa versión, el entrenador del Sporting se encaró con un integrante del cuerpo técnico de José Mourinho -más tarde se sabría que se trataba del preparador físico, Rui Faria-, que, al parecer, le provocó bajándose del autocar y profiriendo gritos del tipo «¡a Segunda, a Segunda...!», a lo que el preparador cántabro respondió lanzándole una botella de agua, que acabó impactando en el autobús madridista.

Las noticias que contienen esta versión han generado miles de comentarios en las ediciones digitales de los dos principales periódicos deportivos de tirada nacional que se editan en la capital de España. Incluso éstos van más lejos y afirman, siempre escudándose en fuentes procedentes del club que preside Florentino Pérez, que Manuel Preciado aseguró que Miguel Pardeza, director deportivo del Real Madrid, lo había visto todo y que él podía contar la verdad, o que el entrenador del Sporting se dirigió a la expedición del Real Madrid diciendo que el Barcelona les iba a meter cinco el lunes.

Pero la versión de los hechos que defiende Manuel Preciado dista un mundo de la auspiciada desde Madrid. El técnico rojiblanco, que ayer no quiso hablar ante los micrófonos en Mareo, pero que sí lo hizo en un tono distendido con los periodistas, asegura que su hijo, al que habían reconocido miembros de la expedición del Real Madrid porque había estado con él en la zona mixta de El Molinón, tuvo que soportar durante unos diez minutos en el aparcamiento del estadio las mofas de la expedición blanca.

Según su versión, diversos integrantes de la plantilla, incluido Mourinho, le mostraban sus pulgares hacia abajo y le señalaban con dos dedos en forma de uve para indicar que el Sporting se iba a Segunda. Cuando Preciado llegó al aparcamiento del campo fue cuando apareció en escena el preparador físico del Real Madrid, Rui Faria, que se encaró con él y le espetó de forma reiterada que a ver si en Segunda iban a gritar tanto.

La reacción de Preciado, que en esos momentos tenía una botella de agua de plástico en su mano, fue lanzarla al suelo para espantar al preparador físico del conjunto blanco. El cántabro se muestra taxativo al afirmar que la botella, tras impactar en el suelo, salió despedida unos metros, pero que no impactó durante su trayectoria ni con el autocar del Real Madrid ni con persona alguna. También niega rotundamente que se tocara los genitales de forma despreciativa.

Manuel Vega-Arango, presidente del Sporting, manifestó ayer su apoyo total al entrenador rojiblanco, tras asegurar que siempre hubo buenas relaciones con el Madrid. El mandatario se basa en un informe de los agentes de seguridad de El Molinón, en el que explican que fue el preparador físico del Madrid quien inició el enfrentamiento, insultando a Preciado. Y que tuvieron que intervenir para evitar que llegaran a las manos.