Oviedo, Mario RODRIGO

Se rompió el amor el día más inesperado. El idilio que mantenía el Feve Oviedo con el baloncesto, que había llegado a su cénit en la jornada anterior barriendo de la pista al favorito Mallorca, se esfumó ante un equipo que únicamente había conseguido ganar un partido hasta que llegó al polideportivo de Pumarín. Planteando las mismas armas que el conjunto local, a base de ataques rápidos con un ritmo frenético, los de Azpeitia lograron un más que merecido triunfo frente a un Oviedo tremendamente desacertado.

El panorama pintó bien solamente los primeros minutos, cuando el habitual acierto asturiano le llevó hasta el 15-8 con un O'Leary pletórico. A partir de ese momento el guión cambió drásticamente y el que empezó a sufrir dolor de cabeza fue el Oviedo para parar a los dos aleros visitantes, Bratton y Páez. Especialmente inspirado estuvo el primero, que fue un martirio para Rubén, Prieto y Adrián Macía, los marcadores que le envió sucesivamente Alfredo Riera.

Tras capear el temporal al final del primer parcial (21-27), la tormenta visitante se desató con toda su intensidad en el segundo cuarto. De nada valió la defensa 2-3 del entrenador local, que sólo robó el primer balón. Lejos de mejorar las cosas, la zona únicamente sirvió para despertar al pívot Cris Mortellaro, que empezó a ganar la línea de fondo con demasiada facilidad, excelentemente asistido. El Lan Mobel amasó hasta 16 puntos de ventaja hasta que una jugada de casta de Rubén Suárez, marca de la casa, encendió la mecha de la reacción ovetense. En un visto y no visto, Tate volvió locos a sus rivales hasta empatar a 46 en el último minuto de la primera mitad.

Fue el canto del cisne. Parecía que había pasado lo peor, pero la segunda mitad continuó por el sendero marcado. El Oviedo siguió insistiendo en su estilo de ataques rápidos, pero esta vez los triples no entraban y los contragolpes prácticamente no existían debido al altísimo porcentaje de acierto rival (más del 65 por ciento). Mortellaro, que terminó con 45 de valoración, apagó las aspiraciones locales.