Oviedo, Á. F.

Ejercicio de memoria reciente. Lea. Casillas, Ramos, Piqué, Puyol, Arbeloa, Busquets, Xabi Alonso, Xavi, Iniesta, Pedro y Villa. ¿A qué responde la lista? ¿Le suena de algo esta alineación? No se dio en el Mundial de Sudáfrica porque el lateral izquierdo de la selección siempre fue de Capdevila, y Arbeloa nada más que salió en alguna que otra segunda parte. En el verano triunfal africano, Villa ya había firmado por el Barça pero allí contaba como valencianista. La colección de estrellas de unas líneas atrás se reúne el lunes en el Camp Nou. Con ellos, Albiol y Valdés, suplentes en la selección campeona del Mundo.

Trece que tocaron el preciado trofeo en las plantillas del Barcelona y del Madrid. Perfectamente España podría haber jugado con estos once la final de Johanesburgo. Y con todas las garantías.

Los dos grandes manejan esta Liga bipolar. Se le achaca al Madrid el peso de sus extranjeros, sobre todo en la zona del ataque, pero su grupo de españoles no lo hace nada mal. La recopilación mundialista lo certifica.

El anterior campeón, Italia, salió con una plantilla más repartida. Juventus y Milan juntaban diez jugadores, insuficiente para reunir una alineación, con escasez además de elementos en la defensa, solo Nesta y Zambrotta de los dos que más futbolistas aportaban.

Apuntan todos a titulares, menos Arbeloa, tapado este año por la progresión de Marcelo. Le daban más cancha cuando el brasileño flojeaba y eran partidos del estilo del clásico de este lunes donde solía aparecer para apuntalar la defensa del Madrid.

Se para el Mundo para el clásico. No hay equipos en el planeta en un momento tan dulce como los dos que saldrán el lunes al Camp Nou. El declarado mejor club del siglo XX frente al más brillante de la nueva era. El exquisito modelo de Guardiola contra el contundente de Mourinho.

Técnicos de sobrada personalidad que han construido dos equipos a su semejanza. Rítmico y fluido el azulgrana, potente y pegador el Madrid. Promesa de espectáculo en el recinto sagrado del barcelonismo y miedo en las vísperas. Hablan poco los protagonistas. Guardiola no quiere retos cruzados mientras crece la teoría de que el fútbol emocional le viene peor a su equipo. Su orquesta toca mejor en calma, concentrada pero con sangre fría. Se aturden los azulgranas cuando el partido se revoluciona y aparecen las navajas. Por eso exige silencio Pep. Desde Madrid han bajado el tono. Entrevistas las justas y declaraciones bajo mínimos. Concentración total para el que algunos ya dicen que puede ser el mejor clásico de todos los tiempos. Cuesta encontrarlos a ambos tan fuertes a la vez y por eso la expectación es todavía mayor. Se verá por televisión en todo el mundo, y podrían seguirlo hasta 400 millones de espectadores. Muchos para que no sea un gran partido.