Se ha ido el clásico de la noche del lunes y vuelve la realidad de los martes y Bélgica: jornada de descanso después de la decepción dominical. La nave enfila ahora hacia el nuevo Cornellá-El Prat, donde el Espanyol del buen amigo Pochettino no cede ni un mal empate. El objetivo blanquiazul parece difícil, pero cada día es más inútil hacer pronósticos en cuestiones de futbolerías aplicadas.

Barcelona, desde el punto de vista rojiblanco, es ahora mismo una especie de tierra de promisión donde parece que se ha encontrado a la persona elegida para enderezar el rumbo de la nave. Le digo a usted, señor de guardia, que la decisión está tomada y el acuerdo casi cerrado a falta de los consabidos flecos y detalles, que diría aquel y no diremos aquí para no poner de los nervios a la guardia pretoriana del mago, en el sentido canario del término. Pero Barcelona es bona y aún quedan aviones que van y vienen.

Tiene su gracia que la portavocía de la propiedad rojiblanca reconozca que la plantilla adolece de la falta de un organizador. Tiene su gracia y su miga porque no se sabe si el reproche se hace a quienes tenían que haber solucionado la ausencia o si se hace porque alguien no quiere organizadores. La mítica anécdota de Di Stéfano cuando le preguntó al recién llegado Didí de qué jugaba. El brasileño le dijo que lanzaba y el argentino replicó con su mítica sequedad. «Aquí el único que lanza soy yo». Seguro que no es el caso porque en los últimos y tan felices tiempos no ha habido ni lanzadores ni organizadores, con la excepción del Míchel entretenido ahora con los anglicismos y demás ismos. Mondo cane.

Va ser muy interesante el viaje a Barcelona. Primero, porque el equipo se va a enfrentar a un rival que ha apostado sin ninguna duda por la cantera. Los frutos son, por lo que se va viendo, excelentes. Cuando se mueva el mercado, seguro que dará salida a algún jugador y lo suplirá con otro que viene pegando. La apuesta por la cantera local se ha resumido hasta ahora con dos laterales zurdos de gran proyección. Queda por ver si la aparición de Sergio es una apuesta seria o una muesca más en el revólver de los debuts. Vamos a salir de dudas más pronto que tarde.

Barcelona es, pues, ahora mismo la meca de los mejores sueños rojiblancos. Amigos para siempre en Barcelona, sede de uno de los grandes logros del fútbol español, la medalla de oro olímpica, con amplia representación rojiblanca. Qué tiempos aquéllos, damas y caballeros. Amigos para siempre en la Barcelona moderna en la que ahora triunfa David Villa y en la que antes triunfaron otros. Y no hace falta dar nombres, que luego todo se sabe. Amigos para siempre a la espera del desenlace del partido de Cornellá-El Prat o la visita del meritorio Levante. Son días en los que hacen falta muchos puentes aéreos para salir de dudas. Con permiso de los controladores, que dicen haber hecho más horas de las reglamentarias y que amenazan con cerrar el espacio aéreo. Lo que hay que oír.